Cultura

El juguete rabioso

En manos de políticos, Twitter puede ser un arma de doble filo: a diario se comparten millones de mensajes en los que los impulsos y la instantaneidad marcan una tendencia de la cual pueden arrepentirse en el futuro En 2011, cuando aún no sabía que iba a ser concejal por Ahora Madrid, Guillermo Zapata tecleó en Twitter un chiste tan desagradable como ofensivo contra los judíos y otro contra una periodista que había perdido sus piernas en un atentado de la banda terrorista ETA. Las injurias, más que burlas, le costaron cuatro años después el cargo de concejal de Cultura al que iba a ser nombrado por la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, y una catarata de disculpas. Zapata renunció al cargo de concejal de Cultura, no al de concejal del distrito. En el ínterin, amonestado por varios usuarios de la red, se apresuró a borrar los polémicos tuits y, finalmente, cerrar su cuenta. El episodio pudo haber concluido de ese modo, por indecoroso que haya sido, pero otros concejales madrileños se precipitaron a imitar (leer más)

Política

La otra cara de la guerra

Los ataques informáticos contra gobiernos y compañías privadas, cada vez más frecuentes y preocupantes, entrañan el riesgo de una mayor intromisión estatal en la intimidad de las personas Antes de desembarcar en Irak, el Pentágono alertó a George W. Bush sobre la posibilidad de congelar las cuentas bancarias de Saddam Hussein en el exterior por medio de un sabotaje informático. Era un plan secreto. Los Estados Unidos podían ganar la guerra sin lanzar un solo misil. Hussein no iba tener dinero para pagarles a sus tropas ni para reponer suministros. El presidente norteamericano caviló un instante. El riesgo era la eventual réplica: un fenomenal ciberataque capaz de desatar una crisis financiera global. Ni su gobierno ni los de sus aliados estaban en condiciones de contrarrestar un golpe de esa magnitud. Lo desechó. Más de una década después, los atentados terroristas en Francia, cuyo gobierno se opuso entonces a la guerra contra Irak, desnudaron la otra cara de aquello que el papa Francisco insiste en llamar Tercera Guerra Mundial “por partes”. Lo hizo esta vez durante (leer más)