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La política de vecindad, clave para gestionar la inmigración en la UE

Por Luigi Scazzieri | Centre for European Reform | Esglobal El foco principal de la respuesta de la Unión Europea a la crisis migratoria ha sido buscar la cooperación de terceros países para controlar mejor sus propias fronteras. La UE firmó un acuerdo con Turquía en marzo de 2016 y respaldó los intentos de Italia de cooperar con las autoridades libias para vigilar mejor sus costas y tomar medidas más enérgicas contra el tráfico de personas. En este último aspecto, la Unión y sus Estados miembros también han dado dinero y material a países de tránsito como Níger. Esta estrategia ha permitido reducir el número de llegadas de 1,8 millones en 2015 a 205.000 el año pasado. Sin embargo, ha tenido un gran coste humano. Durante el viaje, los migrantes sufren la violación de sus derechos humanos, sobre todo en Libia, donde son encarcelados, víctimas de la violencia y, a veces, incluso terminan vendidos como esclavos. Y la obsesión por evitar que lleguen a Europa significa que gente que tendría muchas posibilidades de obtener el asilo no puede ni (leer más)