Economía

¿Dónde hay un mango, viejo Gómez?

El billete de mayor denominación de Argentina, el de mil pesos, equivale al de menor valor y tamaño del euro, el de cinco. El de más ceros de Venezuela, de un millón de bolívares, apenas araña un cuarto de dólar norteamericano. En el ranking de Currency Watchlist (Observatorio de Divisas) que elabora Steve Hanke, economista de la Universidad John Hopkins, la moneda argentina figura sexta después del bolívar venezolano, la libra libanesa, el dólar zimbabuense y las libras sudanesa y siria. Una caída en picada por la cual Argentina alcanzó en 2020 el deshonroso séptimo lugar en el Índice de Miseria, que también confecciona Hanke. La condición humana, explica, zigzaguea “entre ser miserable y ser feliz. En la esfera económica, la miseria deriva de la alta inflación, los costos elevados de los préstamos bancarios y el alza del desempleo”. Variables que requieren una vacuna de una sola dosis. La del crecimiento. En igualdad de condiciones, agrega Hanke, “la felicidad tiende a florecer cuando el crecimiento es fuerte, la inflación y las tasas de interés son (leer más)

Economía

Mucho para pocos

Dólares más, dólares menos, el patrimonio del hombre más rico del planeta, Bill Gates, equivale al 0,5 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI) de los Estados Unidos. Su fortuna, estimada en 86.400 millones de dólares por la revista Forbes, supera en forma individual el PBI de 125 países. Entre ellos, once de América latina. De ser un país, el creador de Microsoft, con inversiones en Canadian National Railway, la red ferroviaria más extensa de Canadá, y Ecolab Inc., empresa que presta servicios de agua, higiene y energía, ocuparía el lugar número 67 en el mundo. Los multimillonarios como Gates eran 62 en 2015. Cabían en un autobús de dos pisos. En 2016 entraban en un carrito de golf. En 2017 quizá vayan en una moto. El crecimiento económico global beneficia con creces a los más ricos en desmedro de los más pobres. Ocho personas (ocho hombres, en realidad) concentran igual riqueza que 3.600 millones, la mitad más pobre de la población mundial, según la organización no gubernamental Oxfam. El grupo se ha reducido en (leer más)

Sociedad

Todos contra uno

Con un contexto desfavorable por la alarmante brecha entre ricos y pobres, Obama anunció un aumento del salario mínimo para acercarse a la clase media Sancho Panza observaba en el siglo XV que en el mundo había dos linajes, “el tener y el no tener”. Seis siglos después, 85 personas tienen tanto dinero como 3.570 millones, poco más de la mitad de la humanidad. Ese uno por ciento, como supo redondearlo el movimiento de indignados norteamericanos Occupy Wall Street, supone una amenaza para el sistema político y el económico. Sólo en los Estados Unidos, ese segmento ha concentrado desde 2008, cuando estalló la crisis, el 95 por ciento del crecimiento. El problema persiste: es la desigualdad, más allá de la preocupación que provoca la pobreza. Del contexto no escapa ningún país. Menos aún los Estados Unidos, aunque hayan procurado alejarse de la responsabilidad mundial que asumieron después del derrumbe de la Unión Soviética. En ello radica la importancia de cada discurso sobre el Estado de la Unión, balance y perspectivas anuales de los presidentes norteamericanos (leer más)