Actualidad

Sentimientos encontrados con Gorbachov

Poco antes del amanecer del siglo XXI, dos mundos convivían en el mundo. El Muro de Berlín separaba al comunismo del capitalismo. Veinte años después de su caída, en 2009, Mikhail Gorbachov grabó un disco romántico en memoria de Raisa Maximovna, su difunta esposa. Había muerto en 1999 mientras recibía tratamiento contra la leucemia en Alemania, reunificada desde 1989 gracias a su marido y al canciller de la región occidental, Helmut Kohl. Gorbachov, el padre de la glasnost (apertura) y de la perestroika (transformación), interpretó siete de los 10 títulos del álbum Canciones para Raisa con el músico ruso Andréi Makarévich. Eran las favoritas de ella. Eran, en su voz cascada, el tributo a 45 años de matrimonio. Esa prueba de amor conmovió más a la gente que su evolución ideológica o las gestiones secretas con el presidente de los Estados Unidos, George Bush, así como con su antecesor, Ronald Reagan, y el papa Juan Pablo II, entre otros, para tumbar el Muro de Berlín, terminar con la Guerra Fría y aventar los fantasmas de (leer más)

Política

Documento irracional de identidad

“Identidad es una palabra peligrosa”, dispara el historiador británico Tony Judt en el ensayo revisionista y premonitorio Edge People. Tan peligrosa es la palabra identidad que, una década después de la muerte de Judt, siembra de nuevo la semilla de aquello que cosechó las peores catástrofes del siglo XX: el nacionalismo. La división no terminó al final de la Segunda Guerra Mundial. Continuó durante la Guerra Fría. Cayó el Muro de Berlín, en 1989, y dos mundos parecieron integrarse. Era una ilusión óptica. La identidad, esa palabra peligrosa, volvió a enarbolarse. Esta vez, dentro de los países, más allá de las rivalidades internacionales. Le ocurría a Judt: “Crecí en Inglaterra y el inglés es el idioma en el que pienso y escribo. Londres, mi lugar de nacimiento, sigue siendo familiar para mí por los muchos cambios que ha visto a lo largo de las décadas. Conozco bien el país; comparto algunos de sus prejuicios y predilecciones. Pero cuando pienso o hablo inglés instintivamente uso la tercera persona: no me identifico con ellos”. ¿Acaso se identifica (leer más)

Política

Primer Mundo, paradero desconocido

Apenas la mitad de las personas de treinta años de los Estados Unidos gana más que sus padres cuando tenían su edad, según un estudio de las universidades de Stanford, Harvard y California. Se trata de una caída descomunal frente al promedio de comienzos de la década del setenta, cuando los ingresos de casi todos los hijos superaban los de sus progenitores. La falta de empleo y las magras remuneraciones, sobre todo las de los jóvenes a pesar de haber recibido mejor formación que sus mayores, nublan el horizonte. Entonces,  ¿Dónde queda el Primer Mundo? Buena pregunta y buen título del formidable libro de las periodistas Hinde Pomeraniec y Raquel San Martín, fruto de una paciente y minuciosa investigación. La pregunta entraña en sí misma una respuesta o, quizá, da una pista: “Al igual que Mafalda hace cincuenta años, la mayoría de las personas nos preguntamos dónde queda ese lugar en el mundo en el que las cosas funcionan, la democracia se impone como sistema y la gente vive feliz en un marco de equidad (leer más)