Política

El corte inglés

Por Jorge Elías A comienzos de 2013, David Cameron anunció que, de ganar las elecciones, iba a plantearles a los suyos si el Reino Unido debía seguir siendo un miembro de la Unión Europea (UE). Pretendía apaciguar el airado reclamo de soberanía de buena parte de su partido, el conservador, y del Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP), liderado por Nigel Farage. ¿Quién iba a imaginar que, aceptado el reto, la diputada laborista Jo Cox iba a ser cruelmente asesinada por un desquiciado de ultraderecha después de defender en un acto político la permanencia del reino en la UE y que esa muerte inútil no iba a serenar los ánimos secesionistas de más de la mitad de la población? La salida del Reino Unido de la UE, la primera de un Estado miembro, ahonda la crisis de un continente en apuros frente a una economía débil, problemas de deuda, legiones de inmigrantes e inestabilidad geopolítica al sur y al este de sus fronteras. Se trata de un reproche al consenso de posguerra, aquel (leer más)

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Washington / alquilo casa / excelente ubicación

Por una ley que permite la financiación prácticamente ilimitada de las campañas electorales en los Estados Unidos, los magnates republicanos crearán una red para aupar al próximo candidato a la Casa Blanca En la cena de la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca, Barack Obama bromeó: «Es increíble cómo pasa el tiempo. Pronto se celebrará la primera contienda presidencial y, por mi parte, no puedo esperar a ver a quién escogen los hermanos Koch. Es emocionante. Marco Rubio, Rand Paul, Ted Cruz, Jeb Bush, Scott Walker. ¿Quién conseguirá finalmente esa rosa roja?”. Esa rosa roja, como la llamó con el tono humorístico que requiere la reunión anual en la cual el presidente de los Estados Unidos es el invitado de honor y debe burlarse de sí mismo, se cotiza en oro: mil millones de dólares para la campaña republicana. Como en otras elecciones, los magnates Charles y David Koch planean crear una red de donantes para apuntalar a un candidato propio en las presidenciales de 2016. Eso obliga a los otros a buscar recursos, (leer más)

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Candidatos en sale

Me informa Rufus Gifford, director nacional de finanzas de la campaña Obama for America, que Mitt Romney tenía a comienzos de este mes 34 millones de dólares más que los demócratas y que, en una semana, gastó 57 millones en avisos televisivos “en contra de nosotros”. En el mismo correo electrónico, tras revisar sus registros, me reprocha no haber soltado un solo dólar en el año. Cierto. Para reparar mi error antes de que sea demasiado tarde, me ofrece donar cinco dólares mientras Barack y Michelle, identificados con sus nombres de pila, me piden en otros correos electrónicos que les transfiera esa cantidad o más. Cuanto más, mejor. Desde las antípodas, Romney me confiesa: “Amigo, me postulo para presidente porque quiero ayudar a crear un futuro más brillante y recuperar la fuerza de nuestra nación”. Es la introducción para invitarme a un mitin en Florida del senador Marco Rubio, el primero en la historia de origen cubano. Si dono cinco dólares, procura convencerme, puedo participar de un sorteo para asistir con alguien más a esa (leer más)

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Obama, Romney y los Pieles Rojas

Créase o no, el resultado de 17 de las últimas 18 presidenciales de los Estados Unidos ha estado sujeto a la suerte de los Redskins (Pieles Rojas), equipo de fútbol americano de la ciudad de Washington. La Redskins Rule (Regla Redskins) rige desde 1937, cuando el club se trasladó de Boston a la capital del país. Parece infalible, sobre todo para los apostadores. De ganar los Redskins el domingo previo a las elecciones en condición de locales, gana el martes siguiente el candidato por el partido del presidente o, si lleva cuatro años de gobierno, resulta relegido. De perder, paciencia, gana el candidato por la oposición. La curiosa tradición comenzó en 1940 con la segunda relección de Franklin Delano Roosevelt, demócrata, frente a Wendell Willkie. Los Redskins les habían ganado dos días antes a los Pittsburgh Steelers por 37 a 10. En 2008, las últimas presidenciales, los Redskins cayeron frente al mismo rival, los Pittsburgh Steelers, por 23 a 6. Como presunta consecuencia de ello, o por demasiada coincidencia, el candidato opositor, Barack Obama, derrotó (leer más)

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Brotes de nostalgia

De pronto, Mitt Romney se ufana de su “convicción y pasión arrolladoras” y dice, convencido, que el siglo XXI se perfila como el punto de inflexión en el cual “el mundo libre lidere el mundo entero”. Pierde el tiempo, como cuando intenta vanamente abrir la ventanilla del avión. Quizás algunos norteamericanos se sientan identificados con sus palabras, pero otros, algo más del 47 por ciento (en su léxico, aprovechados «que creen que el gobierno tiene la responsabilidad de cuidarlos»), se preguntan si estará dirigiéndose al electorado de China o de la India, con mayores posibilidades que los alicaídos Estados Unidos de meter baza en este mundo multipolar. No es un problema de Romney, serio rival de George W. Bush en la disputa por el récord de disparates por minuto. Hasta Barack Obama se despachó con una expresión de decibeles parecidos, acaso creyéndose Bill Clinton en los noventa: “Si alguien trata de decirles que nuestra grandeza quedó atrás, que los Estados Unidos están en decadencia, díganles: igual que el siglo XX, el siglo XXI será otro (leer más)

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Ladra, mañana será peor

En 1983, durante un viaje de vacaciones a Canadá, Mitt Romney no tuvo mejor idea que enjaular a su perro, de la delicada raza setter, y llevarlo en el techo de su coche. Seamus, según el ahora candidato presidencial, disfrutaba en las alturas del aire fresco y el solazo. Ventiló la enternecedora y estremecedora anécdota uno de sus rivales en las primarias republicanas, Newt Gingrich. La aprovechó Barack Obama para imaginarse al pobre animal en la parte superior del avión presidencial Air Force One si su dueño gana las presidenciales de noviembre. La broma, gastada durante la cena anual de la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca, revela hasta qué punto los políticos son más honestos cuando se divierten que cuando hablan en serio. Si lo logran, claro. En uno de sus libros, Dreams From My Father (Los sueños de mi padre), Obama confiesa que probó carne de perro durante su niñez en Indonesia. De ello se burla a menudo la ex candidata a vicepresidenta republicana Sarah Palin, mentora del odioso Tea Party. Le (leer más)