Política

El dilema de los republicanos

En caliente, uno puede preguntarse por qué los demócratas apuraron el segundo impeachment contra Donald Trump si, como ocurrió en el primero, sabían que no iban a contar con los votos suficientes para condenarlo. En frío, uno también puede preguntarse qué hubiera sucedido de haber pasado página de la inconcebible toma por asalto del Congreso, el 6 de enero, con el fin evitar la certificación de la victoria de Joe Biden. De no haber habido reacción, el capricho de Trump y de los suyos de no reconocer la derrota en las presidenciales del 3 de noviembre, más allá de su faltazo en el traspaso del mando, hubiera sentado un precedente insoslayable. Cual déjà-vu, Trump resultó absuelto en un juicio político exprés, el cuarto en la historia de Estados Unidos, que se realizó en el lugar del crimen. Cincuenta demócratas y siete de los 50 republicanos decidieron en el Senado, convertido un tribunal, el indulto de Trump. Diez votos menos de los necesarios para alcanzar el umbral de los dos tercios requerido para castigarlo. La verdadera (leer más)

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Impeachment o caos

La consigna quedó clara: “Nunca nos rendiremos. Nunca cederemos. Eso no pasará. No se concede cuando se trata de un robo. Nuestro país ya ha tenido suficiente. No lo soportaremos más, y de eso se trata esto”. De eso se trata, según Donald Trump, el caos dentro del caos con el cual culmina el primer capítulo de su carrera política. Frente a la resistencia de los republicanos a declarar su incapacidad por enfermedad física o mental, como prevé la Enmienda 25 de la Constitución, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, apuró el único recurso disponible para salvar los muebles de la democracia: el impeachment. El segundo contra Trump en cuatro años después de haber zafado en 2020, gracias a los suyos en el Senado, de las imputaciones por haber presionado a su par de Ucrania, Volodymyr Zelensky, para que le aportara pruebas de los negocios en ese país de Hunter Biden, hijo de Joe Biden, ahora presidente electo. La mayoría demócrata de los representantes aprobó aquel juicio político, el tercero en historia (leer más)

Política

El idioma del resentimiento

La tendencia en Twitter era “golpe de Estado”. No se refería al de Mali, el primero durante la pandemia, sino a la inusitada reacción de los muchachos trumpistas contra el resultado de las elecciones de Estados Unidos y, cual broche, contra la mayoría demócrata en ambas cámaras del Congreso. Un espaldarazo para el presidente electo, Joe Biden, después de haberse asegurado las dos bancas del Senado en disputa en el Estado de Georgia. Ante la igualdad de escaños, desempata la vicepresidenta, Kamala Harris. Algo tan intolerable para Donald Trump y los suyos que tomaron por asalto el Capitolio guiados por un lenguaje común. El del resentimiento. En las primeras elecciones de la historia, entre 1788 y 1789, Estados Unidos estrenó el Colegio Electoral. El único candidato a presidente, George Washington, ganó con el ciento por ciento de los votos. Quizá como hubiera pretendido en las del 3 de noviembre de 2020 el actual presidente, eje de una suerte de referéndum en un país polarizado cuyos fanáticos insisten en creerle. O en interpretar a ciegas que (leer más)

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Los muchachos trumpistas

Menudo berrinche montó Donald Trump, obstinado en no concederle la victoria a Joe Biden y en insistir en las denuncias de fraude en las elecciones. La purga en la Casa Blanca empezó con el jefe del Pentágono, Mark Esper, fired (despedido) por no haber enviado tropas para contener los disturbios contra la brutalidad policial tras el asesinado de George Floyd, y continuó con el director de la Agencia de Seguridad de Infraestructura y Ciberseguridad, Christopher Krebs, en el cadalso por haber opinado que las elecciones resultaron ser “las más seguras en la historia de Estados Unidos«. El zafarrancho incluyó la reducción de las fuerzas militares de 4.500 a 2.500 en Afganistán y de 3.000 a 2.500 en Irak a pesar de los reparos de los militares. Una desescalada a la cual se oponía el exsecretario Esper, de modo de preservar la seguridad en ambos países tras las guerras que declaró George W. Bush en respuesta a la voladura de las Torres Gemelas. Si el lema en Argentina era “ni yanquis ni marxistas, peronistas”, en Estados (leer más)

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De aquí a la eternidad

Jeanne Louise Calment nació el 21 de febrero de 1875 y falleció el 4 de agosto de 1997 en Arlés, Francia. Vivió 122 años y 164 días. Una eternidad. Pudo ser la persona más longeva de la historia, estima Paul Palmqvist Barrena, catedrático de Paleontología de la Universidad de Málaga. “Una cosa es cuántos años vayamos a vivir y otra bien distinta cuántos habrá valido la pena vivirlos”, plantea en el artículo ¿Estamos en camino de alcanzar la inmortalidad? Como cantaba Georges Brassens, “el tiempo no tiene nada que ver con este asunto”. No tiene nada que ver, pero influye. Cuando Donald Trump dio positivo en COVID-19, la primera alarma provino de su edad, 74 años, más allá del sobrepeso y del colesterol. Está en edad de riesgo, como su rival demócrata, Joe Biden, de 77 años, o el precandidato del mismo partido Bernie Sanders, de 79. Lejos de cualquiera de ellos queda la posibilidad de ser inmunes al coronavirus o de superarlo en tres días, como se jacta Trump, a cara descubierta al estilo (leer más)

Otras voces

Europa ante el dilema del reconocimiento de Palestina

Por Julio de la Guardia | Política Exterior Reconocer o no reconocer el Estado de Palestina. He ahí la cuestión que los gobiernos y parlamentos europeos se plantean en estos momentos, después de que los Estados Unidos de Donald Trump hayan renunciado a su tradicional papel como honest broker en el proceso de paz y el presidente palestino, Mahmud Abbas, reclame urgentemente el apoyo de la Unión Europea. Esta nueva situación obliga a la UE a asumir su responsabilidad histórica en la resolución del conflicto palestino-israelí que la propia Europa contribuyó a crear. En el último Consejo Europeo celebrado en Bruselas, que contó con la comparecencia de Abbas, todos los gobiernos parecían estar de acuerdo en la vigencia y pertinencia de la solución de los dos Estados, aunque la ventana de oportunidad se cierra por momentos. Más allá de esto no hay consenso, ni en la forma ni en los tiempos. A día de hoy solo un ejecutivo europeo –Suecia– ha reconocido formalmente a Palestina y otro –Eslovenia– dice estar dispuesto a hacerlo de forma inminente, con o sin consenso previo. También hay varios legislativos –entre (leer más)

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Pence, el bueno; Trump, el malo

Mike Pence mostró más cintura política que espalda ancha. En Argentina, una de las paradas de su gira por América latina, el vicepresidente de Estados Unidos zafó como pudo de una pregunta tan incómoda como recurrente. La pregunta giró sobre la verosimilitud de “la opción militar” contra Venezuela, lanzada en forma sorpresiva por Donald Trump. Tan inesperada fue la amenaza de Trump que Pence, con un pie en el avión, debió prepararse para descafeinarla y convenir con sus anfitriones en la necesidad de “una solución pacífica”, más allá de las sanciones políticas, jurídicas y económicas contra los jerarcas bolivarianos. El ultimátum de Trump contra Nicolás Maduro resultó ser más vago, pero no menos contundente, que la promesa de “una furia y un fuego jamás vistos en el mundo” contra Corea del Norte si su líder, Kim Jong-un, insiste en realizar pruebas nucleares. El presidente de China, Xi Jinping, alarmado, le pidió por teléfono a Trump que se ahorrara “palabras y actos” que pudieran “exacerbar” los ánimos en la península coreana. También lo llamó el presidente (leer más)