Otras voces

Algo así como elecciones en Venezuela

Por Marcelo Cantelmi | Clarín En Venezuela no se sabe, cada día, cuánto o qué se va a comer. No hay alimentos, tampoco medicinas ni dinero en los bancos. No se puede protestar contra esas carencias porque la libertad de expresión está restringida. Todo lo que disienta con el régimen está censurado. No se puede fijar, siquiera, un afiche opositor en un muro. Cualquier gesto puede ser interpretado como un “crimen de odio”, la última creación represiva de la polémica Constituyente que se inventó a la carta el modelo absolutista que encabeza Nicolás Maduro. En Venezuela los principales dirigentes no oficialistas fueron proscriptos, varios de ellos están encarcelados y una temible policía política patrulla las calles cazando a supuestos críticos del poder junto a bandas paramilitares de gatillo fácil. En ese país y ese escenario, el 22 de abril se escenificará una crucial elección presidencial, en la cual Maduro buscará reelegirse por otros 6 años. Ese comicio tiene todo para una teatralización. El caudillo chavista se expondrá sin ningún dirigente de fuste que lo enfrente (leer más)

Política

La calle manda en Venezuela

Después de la madre de todas las bombas, arrojada por los Estados Unidos en Afganistán, la oposición de Venezuela se proponía lanzar la madre de todas marchas. Era la premisa frente a los atropellos del gobierno de Nicolás Maduro, necesitado de enemigos para sostenerse. El resultado: dos civiles y un militar muertos que, parece, no suman en el inventario de un país desgarrado por la polarización y la violencia, desatada, también, un día después. Fueron, en total, 20 muertos en tres semanas. Apenas circunstancias, como las tres personas que perecieron durante la incomprensible tentativa de sacar de circulación en un día los billetes de 100 bolívares u otras tantas que cayeron en protestas masivas ante una represión implacable. La calle manda en Venezuela. Esta vez, después de haber denunciado infinitos planes desestabilizadores de la Organización de los Estados Americanos (OEA), del imperialismo y de otros ismos, Maduro culpó al presidente de la Asamblea Nacional, Julio Borges, de orquestar un “intento de golpe de Estado” con luz verde de Washington. Detuvieron a un comando armado. El (leer más)

Política

Víctima de sí mismo

No hay peor medicina que la violencia contra un descontento social que crece día tras día más allá de las presuntas conspiraciones que denuncia el presidente venezolano, Nicolás Maduro La palabra golpista admite en el léxico político venezolano dos acepciones encontradas: la frustrada proeza del difunto Hugo Chávez contra el gobierno democrático de Carlos Andrés Pérez, por la cual estuvo dos años en prisión desde 1992, y la ignominia del dirigente opositor Leopoldo López contra el gobierno de Nicolás Maduro, también democrático, por la cual se entregó a la Guardia Nacional bajo la acusación de haber promovido actos de violencia. Con una diferencia de 22 años entre un hecho y el otro, la palabra golpista selló cual cruz el destino de ambos en un país sumido en la división y el descontento. En las protestas estudiantiles del 12 de febrero de 2014 para reclamar la liberación de estudiantes detenidos y el respeto a la libertad de expresión vislumbró Maduro un inminente conato de derrocamiento, tildado de fascista. Era el Día de la Juventud en Venezuela, (leer más)