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Política

Licencia para matar

Los claroscuros de la ejecución de Ben Laden, empañada por sospechas de ilegalidad En forma unánime aprobaron  los norteamericanos la decisión de Barack Obama de liquidar a Osama ben Laden. Ocho de cada diez, según Gallup, creyeron “extremadamente” o “muy” importante” la ejecución del líder de Al-Qaeda en su madriguera urbana del norte de Paquistán. La euforia inundó las calles de los Estados Unidos al filo de la medianoche, algo inusual. Tan inusual como la perplejidad que, superada la embriaguez de la victoria o la resaca del desquite, despertó en otras latitudes el expeditivo proceder de las fuerzas de elite Navy Seals, así como el pronto despacho del cadáver a las profundidades del mar Arábigo para no crear un santuario en tierra firme. Lo justo no siempre es legal y lo legal no siempre es justo. ¿Tiene necesidad el país más poderoso del planeta de violar los derechos humanos para obtener información, torturando prisioneros sin condena en el limbo ilícito de Guantánamo, y de ejecutar sin piedad a un terrorista que, en principio, estaba desarmado, (leer más)

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Sociedad

No pasarán

La Comisión Europea le da la razón a Francia por bloquear el acceso de inmigrantes En una de sus encendidas e insultantes arengas contra los llamados rebeldes libios y contra la intervención de la alianza atlántica (OTAN) en defensa de ellos, Muammar Khadafy insinuó que no iba a mover un dedo para evitar que “millones de negros” arribaran a Italia y Francia. Dicho y hecho. Silvio Berlusconi, azorado después de haberlo recibido 11 veces, dudó en condenar la saña del régimen contra su pueblo quizá para “no molestar” a un amante como él de las fiestas “bunga bunga” con chicas de corta edad o para conciliar posiciones con el más estrafalario de los dictadores árabes. Desde el comienzo del año, la isla italiana de Lampedusa, en el Mediterráneo, comenzó a acusar recibo de las revueltas en el norte de África con el súbito desembarco de miles de refugiados. Iban a caer casi en estéreo las autocracias de Túnez y Egipto. Khadafy era hasta ese momento algo así como un garante contra el éxodo hacia Europa. (leer más)

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Política

Pertenecer tiene sus privilegios

En la novela La balsa de piedra, de José Saramago, un tal Joaquim Sassa teme haber provocado la separación de la Península Ibérica del continente europeo. La convierte en una isla, supone, tras arrojar al mar una piedra “pesada, ancha como un disco, irregular” que, a su juicio, no estaba en su lugar. “Como no llevaba bolsillos ni bolsa para guardar sus hallazgos, devolvía al agua los restos muertos cuando tenía las manos llenas, al mar lo que al mar pertenece, la tierra que se quede con la tierra”, se excusa. La grieta se abre en forma espontánea a la altura de los Pirineos, no por su culpa, “convirtiendo ríos en cascadas y avanzando los mares unos kilómetros tierra adentro”. Desde la isla, aparentemente creada sólo porque el tal Joaquim no tenía dónde poner aquello que encontraba, nada se ve igual que antes. Ni Portugal, ni España, ni Andorra, ni el territorio de Gibraltar son los mismos. El aislamiento dinamita las impresiones del mundo conocido. Todo parece lejano ahora: desde la crisis económica hasta los (leer más)

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Política

Hasta que la política nos separe

El artículo 186 de la Constitución de Guatemala pretende ser un seguro contra el nepotismo: prohíbe que los familiares del presidente de la república de hasta el cuarto grado de consanguinidad y el segundo de afinidad puedan aspirar a sucederlo. A su vez, Álvaro Colom, presidente desde 2008, está impedido de ser reelegido y, a diferencia de pares latinoamericanos de sesgos tan diferentes como Álvaro Uribe, Hugo Chávez, Carlos Menem y Alberto Fujimoni, no tiene margen para alterar la letra constitucional. ¿Entonces? Fácil: la primera dama tramitó el divorcio exprés, autorizado el viernes por la jueza Mildred Roca. “Me estoy divorciando del presidente para casarme con el pueblo, con la gente de Guatemala”, proclamó Sandra Torres, imitando con su presunto “sacrificio personal y familiar” a Evita y, de ser elegida en septiembre, coronando la rehabilitación del “dedazo”, aparentemente abolido tras las siete décadas en el poder del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Hasta 2000, el presidente de México designaba de ese modo a su sucesor. Esa treta tuvo un precedente reciente en la Argentina: la decisión (leer más)

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Sociedad

Peleados con el espejo

La gente desconfía tanto de los gobiernos como de los partidos políticos opositores. Una encuesta realizada en 22 países concluye que la felicidad de la gente depende más de las relaciones personales que de los bienes materiales De tomar el pulso de la calle tras las mayores marchas contra el gobierno británico desde el rechazo a la guerra contra Irak en 2003, David Cameron debería pensar dos veces cuán oportuno es medir el estado de ánimo de la población. Desde este mes, por decisión suya, la Oficina Nacional de Estadísticas deberá auscultar el “bienestar general’’ sobre la base de estudios centrados en la felicidad. El cálculo coincide con el peor ajuste del gasto en generaciones. Las medidas de austeridad contemplan el congelamiento de los salarios de los empleados públicos y la eliminación de 300.000 puestos de trabajo para borrar el déficit en 2015. En Europa, en general, la gente  desconfía de los gobiernos y los partidos políticos opositores por igual, según una encuesta de The Guardian. En Italia temen una invasión de inmigrantes a raíz (leer más)

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Política

Fisuras en el frente

La represalia contra Khadafy desnudó las diferencias entre los socios de la coalición A diferencia de Irak y a semejanza de Kosovo, el establecimiento de la zona de exclusión aérea en Libia no supone promover la democracia, sino proteger a la población civil de la masacre que se proponía consumar Muammar Khadafy. Es la primera intervención militar no heredada de Barack Obama, Nicolas Sarkozy y David Cameron, entre otros líderes involucrados en la resolución 1973 del Consejo de Seguridad. En ese ámbito hasta el embajador libio pidió ayuda: “Por favor, Naciones Unidas, salven a Libia –clamó Mohamed Shalgham, desmarcado del régimen vitalicio de su país–. Le digo a mi hermano Khadafy que deje en paz a los libios”. La resolución, discutida en un primer momento entre los Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Alemania, contempla la zona de exclusión aérea y un pedido a la Corte Penal Internacional para investigar posibles crímenes de lesa humanidad. Crucial ha sido el respaldo de la mayoría de los países de la Liga Árabe, excepto Siria, Argelia y Mauritania. (leer más)

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Sociedad

Más por menos

El ciudadano 7000 millones nace en medio de sismos, tsunamis y diversas alarmas En 1960, el mayor sismo de la historia desde que se tienen registros sacudió a Chile y creó un maremoto que mató a 61 personas en Hawai y 138 en Japón. Todavía era inusual la palabra tsunami, derivada del japonés tsu [puerto o bahía] y nami [ola]. Esta vez, a la inversa, las olas de hasta 10 metros de altura nacieron en Japón y, por fortuna, perdieron fuerza en su derrotero por el Pacífico hacia la costa americana. Hubo muchas víctimas que llorar, pérdidas que lamentar y temores que aventar en su hipocentro, Japón, sumido ahora en una crisis colosal por las explosiones de los reactores nucleares y la liberación de material radiactivo. Esta dramática situación obliga al mundo a replantearse el futuro de esa fuente de energía. Es el gran desafío en un año bisagra. Después de 12 años, Adnan Nevic dejará de ser la última persona cuyo nacimiento se vio coronado con un número redondo en las estadísticas de las (leer más)

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Sociedad

El infierno son los otros

Advirtió que es la única manera de proteger a los civiles libios Si el primer ministro británico, David Cameron, quiso quedar bien con la canciller alemana, Angela Merkel, al dar por muerto y enterrado el multiculturalismo, Muammar Khadafy no necesitó más que alzar la vista para desafiarlo: “Hay millones de negros que podrían llegar al Mediterráneo y luego saltar a Francia e Italia si Libia deja de garantizar la seguridad”. Tonto no es. El aviso coincide con el presunto réquiem de la “tolerancia activa” con los inmigrantes, sustituída por el “liberalismo muscular activo”. Es una fórmula de consumo interno tan vaga que no ha hecho más que contribuir a la resurrección de la nostalgia, el odio y el miedo. Son los fantasmas favoritos de la extrema derecha. En 2008 pidieron asilo en Europa unos 18.000 afganos, el doble que en 2007. Desde mediados de enero, más de 7000 inmigrantes ilegales arribaron a la isla de Lampedusa, el último confín del sur de Italia. En Grecia, golpeada por la crisis, creció 10 veces en un año (leer más)

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Política

La última trinchera

Los gladiadores, sostiene Séneca, “están protegidos por la destreza, pero se quedan indefensos por la ira”. Es la ira, precisamente, el motor de la protesta árabe. No se ha prendido fuego por otro motivo el humilde vendedor de frutas y verduras tunecino Mohamed Bouazizi; su muerte desencadenó la revuelta que aplastó al régimen represivo y corrupto de Zine el Abidine Ben Alí. Tampoco estallaron por otro motivo los egipcios, impotentes como los tunecinos frente a los abusos de las autoridades con sus demandas de baksheesh (propinas traducidas en coimas). Ni tampoco arde por otro motivo Libia, sometida a los caprichos de Muammar Khadafy. Facilitaron la faena las redes sociales, a menudo bloqueadas por esos regímenes y otros, pero nunca resultaron determinantes por sí mismas. El hijo favorito de Khadafy, Saif el Islam, cargó contra “el enemigo exterior” que, “con el uso de Facebook, se ha unido a la oposición interna para imitar lo que ocurre en los países árabes”. La ira es anterior a Internet, por más que una pareja egipcia haya querido rendirle tributo (leer más)

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Política

El ocaso de un converso

En los ochenta, Muammar Khadafy estaba acusado de violar los derechos humanos y patrocinar el terrorismo; Saddam Hussein también sometía a los suyos, pero compensaba su crueldad manteniendo a raya a Irán. Era entonces un aliado de Occidente. Tres décadas después, uno pende de un hilo a raíz de la marejada de protestas árabes que barrió las dictaduras de Túnez y Egipto; el otro ha muerto colgado como correlato de la “guerra contra el terror” declarada con puras mentiras por George W. Bush, Tony Blair y compañía. En su momento, Khadafy resultó tan útil contra Irán como las dictaduras militares latinoamericanas contra el comunismo. Si Ronald Reagan se había atrevido a llamarlo “perro rabioso” al bombardear Trípoli en 1986, Blair no vaciló en abrazarlo en 2004, en la misma ciudad, por su apoyo a “la guerra contra el terror”. Compañías petroleras británicas y alguna que otra norteamericana firmaron de inmediato lucrativos contratos con Libia. Casualmente, Khadafy usó como carta de resarcimiento su renuncia al programa nuclear. Era, según él, un hombre nuevo, pero, en la (leer más)

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Política

La imaginación al poder

Algunos gobiernos todavía no han alcanzado a percibir los cambios en el mundo árabe Superado el primer impacto de las revueltas árabes, una broma comenzó recorrer Europa: si quieres saber qué países serán los siguientes en estallar, fíjate dónde pasan sus vacaciones los ministros franceses. Entre Navidad y Año Nuevo, la ministra de Asuntos Exteriores, Michèle Alliot-Marie; su pareja, el ministro de Relaciones con el Parlamento, Patrick Ollier, y sus padres se desplazaron desde la ciudad de Túnez hasta las playas de Tabarka, en plan de descanso, en el jet del millonario Aziz Miled, socio del cuñado del dictador tunecino. En esos días, el primer ministro,  François Fillon, estuvo en Asuán, invitado por el gobierno egipcio. Tras el derrumbe casi en estéreo de Zine el Abidine Ben Alí y Hosni Mubarak, Nicolas Sarkozy se tomó la cabeza con las manos. Los padres de la ministra Alliot-Marie aprovecharon esos días en Túnez para comprar acciones de un emprendimiento inmobiliario de Miled. La casualidad resulta bochornosa, pero, hasta ese momento, eran aliados inevitables de Occidente ambos regímenes (leer más)

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Política

La tormenta perfecta

Mubarak cayó bajo el peso de la corrupción y la represión que instauró como sistema En junio de 2009, durante su histórico discurso en la Universidad de El Cairo, Barack Obama mencionó apenas tres veces la palabra democracia. Las suficientes. La primera, al referirse a la guerra contra Irak, para diferenciarse de su antecesor, George W. Bush, y señalar que “ninguna nación puede imponer o debe imponer a otra sistema de gobierno alguno”. La segunda para aporrear a “algunos que defienden la democracia sólo cuando están fuera del poder y, una vez que llegan a él, son despiadados en la represión”. Y la tercera para instar a sus pares a “respetar los derechos de las minorías” y aclararles que “las elecciones por sí solas no constituyen una democracia auténtica”. Era para alquilar balcones si el anfitrión, Hosni Mubarak, hubiera acusado recibo de sus palabras, pero, convencido de que era más cómodo para Obama conciliar con un déspota como él que apuntalar una rebelión en cadena en el mundo árabe, ni se mosqueó. No veía entonces (leer más)

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Política

Hipocresía a plazo fijo

Es el estrepitoso final de los regímenes árabes, antes confiables, ahora despreciables Lejos de las ambiciones de un hombre humilde como Mohamed Bouazizi estaba apurar el derrocamiento de un déspota que se hacía llamar “el líder”, “el iluminado”, “el salvador”, “el combatiente supremo”, “el sol que brilla sobre los tunecinos” y “la ambición que nutre al pueblo”. La mera mención de Zine el Abidine Ben Alí acarreaba un deseo reservado al profeta Mahoma: “Que la paz esté con él”. Eso ocurrió hasta que el 14 de enero, por primera vez en 23 años, los imanes omitieron en la oración que Alá preservara su salud y la de su familia. Era un indicio del cambio: los tunecinos le habían perdido el respeto, si no el miedo, pilar del principio de autoridad entre los árabes. Bouazizi, vendedor de frutas y verduras en la plaza de un ignoto pueblo de Túnez, había perecido 10 días antes. Tenía 26 años. Estaba harto de los abusos. Lo amenazaba a menudo la policía, entrenada en sobornos. La mañana decisiva, el 17 (leer más)

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Política

El diluvio que viene

Tras las inundaciones, Chávez se propone gobernar por decreto durante un año y medio De haber ganado Hugo Chávez las legislativas de septiembre con holgura suficiente como para asegurarse los dos tercios de los escaños en la Asamblea Nacional, no habría solicitado por cuarta vez en casi 12 años de gestión una ley habilitante para gobernar por decreto. La ley habilitante es un recurso extraordinario, no una herramienta para preservar el poder cuando amenaza con menguar como consecuencia del desgaste natural del presidente. Este tipo de artimaña en nada se parece a un golpe de Estado, pero escasos favores termina haciéndoles a las instituciones de Venezuela. Tanto celo por centralizarlo todo y no dejar resquicio alguno a la oposición no hace más que debilitar la democracia. Todo aquel que disiente con Chávez es un “escuálido” o un “pitiyanqui”. Si el modelo venezolano es tan eficaz, ¿por qué los otros presidentes de América latina son tan cortos de miras que no sacan provecho de una buena vez de los beneficios del socialismo del siglo XXI? Ni (leer más)

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Economía

¿Quién paga los platos rotos?

La mayoría de los europeos objeta las políticas de austeridad y ajuste presupuestario Pasada la medianoche del sábado 4, el rey Juan Carlos de España seguía en vela. Estaba en Mar del Plata, donde se celebraba la XX Cumbre Iberoamericana. Debía firmar a esas horas el primero de los dos decretos por los cuales se declaraba por primera vez el estado de alarma en su país, ahora prorrogado por el Congreso de los Diputados. La huelga de los controladores aéreos, en respuesta a la decisión de José Luis Rodríguez Zapatero de privatizar la gestión de los aeropuertos de Madrid y Barcelona, derivó en la excepción que, en vísperas de Navidad, pasó a ser una regla: los huelguistas adquieren condición de militares y los militares, al mando de las torres de control, deben comunicarles “la nueva situación”. Era la primera vez en dos décadas que un presidente del gobierno español no asistía a un foro iberoamericano. El faltazo de Zapatero reflejaba la magnitud de la crisis, explicaba someramente por el rey Juan Carlos al presidente de (leer más)