Cultura

Adivina quién viene a cenar

¿Cuáles son los platos favoritos de los presidentes de acá, de allá y, también, del más allá? Como escribió el filósofo español Javier Goma Lanzón, “lo único verdaderamente importante de la vida de los políticos es su vida privada”. Y si de intimidades se trata, las comidas favoritas revelan no sólo sus gustos, sino, también, sus temperamentos. En 2010, Barack Obama compartió hamburguesas con su entonces par de Rusia, Dmitri Medvedev, encantado de saltearse el protocolo en Ray’s Hell Burger, de Arlington, Virginia, cerca de Washington. Pudo ser una excepción si Obama no hubiera celebrado poco después su cumpleaños, el número 50, con ese exquisito manjar, rico en colesterol, en el restaurante de comidas rápidas Good Stuff, vecino del Capitolio. La pasión del presidente de los Estados Unidos por la comida chatarra o basura, abrazada con inocultable deleite por Bill Clinton con sus correspondientes raciones de papas fritas, contrasta con el empeño de Michelle Obama en corregir los pésimos hábitos alimentarios de los norteamericanos, traumatizados por el sobrepeso de las dos terceras partes de su (leer más)