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Obama, Romney y los Pieles Rojas

Créase o no, el resultado de 17 de las últimas 18 presidenciales de los Estados Unidos ha estado sujeto a la suerte de los Redskins (Pieles Rojas), equipo de fútbol americano de la ciudad de Washington. La Redskins Rule (Regla Redskins) rige desde 1937, cuando el club se trasladó de Boston a la capital del país. Parece infalible, sobre todo para los apostadores. De ganar los Redskins el domingo previo a las elecciones en condición de locales, gana el martes siguiente el candidato por el partido del presidente o, si lleva cuatro años de gobierno, resulta relegido. De perder, paciencia, gana el candidato por la oposición. La curiosa tradición comenzó en 1940 con la segunda relección de Franklin Delano Roosevelt, demócrata, frente a Wendell Willkie. Los Redskins les habían ganado dos días antes a los Pittsburgh Steelers por 37 a 10. En 2008, las últimas presidenciales, los Redskins cayeron frente al mismo rival, los Pittsburgh Steelers, por 23 a 6. Como presunta consecuencia de ello, o por demasiada coincidencia, el candidato opositor, Barack Obama, derrotó (leer más)

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1 + 99 = Estados Unidos

En Mitt Romney encontró su voz un sector de los Estados Unidos. Son los desencantados con las políticas sociales de Barack Obama, renuentes a pagar más impuestos para atenuar la desigualdad y la pobreza. Esa minoría no responde necesariamente al Tea Party, bien representado ahora por el candidato republicano a la vicepresidencia, Paul Ryan, como en 2008 por Sarah Palin, sino a sus impulsos: siente que el gobierno a secas, como prefieren llamar los norteamericanos al denostado Estado federal, está quitándole derechos en beneficio de otros que no han hecho el mismo esfuerzo. No temen perder el empleo, la casa o el seguro médico, sino determinados privilegios. En medio de los debates presidenciales, the wail of the one percent (el gemido del uno por ciento) ha cobrado eco en la defensa de las rebajas impositivas para los más ricos y el aumento del gasto militar que hizo Romney en el primer cara a cara con Obama. En el segundo, el presidente se mostró menos cortés: le recordó que paga apenas el 14 por ciento de (leer más)

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Brotes de nostalgia

De pronto, Mitt Romney se ufana de su “convicción y pasión arrolladoras” y dice, convencido, que el siglo XXI se perfila como el punto de inflexión en el cual “el mundo libre lidere el mundo entero”. Pierde el tiempo, como cuando intenta vanamente abrir la ventanilla del avión. Quizás algunos norteamericanos se sientan identificados con sus palabras, pero otros, algo más del 47 por ciento (en su léxico, aprovechados «que creen que el gobierno tiene la responsabilidad de cuidarlos»), se preguntan si estará dirigiéndose al electorado de China o de la India, con mayores posibilidades que los alicaídos Estados Unidos de meter baza en este mundo multipolar. No es un problema de Romney, serio rival de George W. Bush en la disputa por el récord de disparates por minuto. Hasta Barack Obama se despachó con una expresión de decibeles parecidos, acaso creyéndose Bill Clinton en los noventa: “Si alguien trata de decirles que nuestra grandeza quedó atrás, que los Estados Unidos están en decadencia, díganles: igual que el siglo XX, el siglo XXI será otro (leer más)

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No bombardeen Buenos Aires

En la película Starship Troopers, estrenada en 1997, no queda piedra sobre piedra en una ciudad cuyas espaldas dan a pura llanura y montaña. Es Buenos Aires, versión Hollywood. En la ciudad real, con su avenida más ancha del mundo coronada por el Obelisco, la montaña más alta suele ser de basura cuando los recolectores deciden hacer huelga en demanda de mejoras salariales. Los protagonistas de la película, Johnny Rico y Carmen, argentinos que hablan inglés, juran vengarse de unos insectos gigantescos que pretenden destruir la Tierra. Ya no existen Washington ni Nueva York ni Los Ángeles, arrasadas en Independence Day y Mars Attacks! En esas ciudades, como en Moscú, caló hondo el discurso bélico de Mitt Romney, aparentemente más interesado que Barack Obama, denostado premio Nobel de la Paz, en ser el comandante en jefe de las fuerzas armadas norteamericanas. El candidato republicano exaltó el escudo antimisiles que, con vista de lince y olfato de sabueso, advierta en las alturas un misil lanzado contra su territorio, o contra el área que proteja desde Polonia, (leer más)

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Una campaña insalubre

En 1995, la madre de Barack Obama murió de cáncer después de lidiar con la aseguradora por el pago de sus medicamentos. Tenía 53 años. El presidente de los Estados Unidos lo recordó cuando firmó, con 20 bolígrafos diferentes, su ley más preciada y cuestionada: la reforma del sistema de salud. Cada promotor de la reforma recibió uno de esos bolígrafos, incluido Marcellas Owens, pequeño de 11 años que perdió casi en las mismas circunstancias a su madre, dejada a la buena de Dios por la compañía que, en principio, debía velar por su vida. Si gana las presidenciales, Mitt Romney se propone vetarla, por más que el vilipendiado plan de Obama, llamado Obamacare, se parezca al que impulsó cuando era gobernador de Massachusetts. Mucho pesa en esa decisión la elección de su ladero, el candidato a vicepresidente Paul Ryan, representante por Wisconsin y miembro del Tea Party. Los republicanos prometen mantener sin cambios el programa para los mayores de 55 años y lanzar una opción de bonos para los menores, pero, según Obama, “no (leer más)

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La candidatura de Churchill

En el Salón Oval había un busto de Winston Churchill. Barack Obama ordenó retirarlo en 2009. En su primera visita al nuevo presidente, el entonces primer ministro británico, Gordon Brown, debió llevárselo. Lo dejó en la residencia de su embajador en Washington. Había sido un préstamo de Tony Blair a George W. Bush en virtud del vínculo que iban a tejer desde 2001. Lo coronaron con la declaración conjunta de la guerra contra Irak. En sus memorias, “el negro de nombre extraño”, como se define a sí mismo Obama, aborrece las torturas padecidas por su abuelo en Kenia durante el régimen colonial británico. No sabía que iba a ganar el premio Nobel de la Paz. Sustituyó el busto de Churchill, obra del escultor Jacob Epstein, nacido en los Estados Unidos, radicado en Londres, por otro del primer presidente republicano de su país, Abraham Lincoln, mentor de la abolición de la esclavitud. Curiosamente, otro republicano, Mitt Romney, promete reponer el busto de Churchill, hecho en bronce, si gana las presidenciales. Es una forma de colocar las (leer más)

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Cambio de hábito

En agosto de 2011, Mitt Romney amonestó a Barack Obama por tomarse vacaciones mientras crecía la legión de desempleados. Este año, el presidente de los Estados Unidos ha cancelado las reservas en el exclusivo balneario Martha’s Vineyard, en Massachusetts, donde solía jugar golf, ir de picnic con la familia y cenar con amigos. De ese Estado ha sido gobernador el ahora candidato republicano, campeón en meteduras de pata tras su paso por Londres, primera escala de una gira por el exterior en la cual pretende demostrar sus dotes diplomáticos: olvidó el nombre del líder laborista, Ed Miliband, y lo llamó Mr. Leader, y dudó del éxito de los Juegos Olímpicos. Cada verano, en su mansión de Wolfeboro, a orillas del imponente lago Winnipesaukee, en New Hampshire, Romney organiza las llamadas “Olimpíadas de los Romney”. De ellas participan su mujer y sus cinco hijos, cinco nueras y 18 nietos. Le encantan los deportes náuticos y, por ello, hizo construir un garaje especial para sus tres barcos al módico precio de 630.000 dólares. Dinero no le falta, (leer más)

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Abogado, 51 años, busca empleo

El desempleo no baja, el mercado no ayuda, la economía no mejora y las encuestas van y vienen. Son malas noticias para Barack Obama. De perder las elecciones de noviembre frente al candidato republicano, Mitt Romney, sería a sus tempranos 51 años el ex presidente de los Estados Unidos más joven en poco más de un siglo. Lo habrá superado sólo Teddy Roosevelt, de 50 años cuando salió de la Casa Blanca en 1909. En ese caso, naufragaría “el cambio” prometido por Obama, pero él no se vería expuesto a penurias de ningún tipo: en estos años ha atesorado una fortuna con las regalías por las ventas de los dos libros de su autoría. Podría escribir otro y, mientras tanto, valerse de sus activos, valuados entre dos y ocho millones de dólares. Poco y nada frente a los de Romney, ex gobernador de Massachusetts cuyo patrimonio ronda entre 190 y 250 millones de dólares. Si Bill Clinton ha embolsado algo así como 75 millones de dólares desde que dejó la Casa Blanca con sus discursos (leer más)

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Ladra, mañana será peor

En 1983, durante un viaje de vacaciones a Canadá, Mitt Romney no tuvo mejor idea que enjaular a su perro, de la delicada raza setter, y llevarlo en el techo de su coche. Seamus, según el ahora candidato presidencial, disfrutaba en las alturas del aire fresco y el solazo. Ventiló la enternecedora y estremecedora anécdota uno de sus rivales en las primarias republicanas, Newt Gingrich. La aprovechó Barack Obama para imaginarse al pobre animal en la parte superior del avión presidencial Air Force One si su dueño gana las presidenciales de noviembre. La broma, gastada durante la cena anual de la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca, revela hasta qué punto los políticos son más honestos cuando se divierten que cuando hablan en serio. Si lo logran, claro. En uno de sus libros, Dreams From My Father (Los sueños de mi padre), Obama confiesa que probó carne de perro durante su niñez en Indonesia. De ello se burla a menudo la ex candidata a vicepresidenta republicana Sarah Palin, mentora del odioso Tea Party. Le (leer más)

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Dame todo el power

En una reunión privada con recaudadores de campaña, Mitt Romney evaluó en silencio las encuestas entre los latinos radicados en los Estados Unidos, alzó la vista y concluyó con amargura: “Auguran una fatalidad para nosotros”. El magro 27 por ciento de apoyo contrasta con el 61 por ciento para Barack Obama, con mayor adhesión en esa comunidad que entre los norteamericanos en general. Si de visión negativa se trata, un 35 por ciento de ellos promete votar contra el candidato republicano y un 23 por ciento rechaza la relección del presidente. En promedio, aunque haya habido más deportaciones en estos años que en los anteriores, el voto latino se inclina hacia los demócratas. Poco hizo Romney para ganarse a ese segmento del electorado, más activo e influyente que otros. En los últimos años, la tasa de nacimientos en familias latinas ha cuadruplicado el promedio general. Los republicanos lanzaron el Hispanic Steering Committee con el hechizante lema en castellano “Juntos con Romney”. Proclaman como los demócratas su dudoso interés en la integración, pero ponen el acento (leer más)

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Vocación de poder

Desde los siete años de edad, Álvaro Uribe conocía su vocación: ser presidente de Colombia. Le preguntaron como a todo niño qué quería ser cuando fuese grande. “Presidente”, respondió con espontaneidad. Le formularon la misma pregunta a su hermano menor, Jaime. “Yo quiero ser el hermano del presidente”, respondió, también convencido. Ambos provocaron carcajadas, según sus tías memoriosas. Uribe, primogénito de cinco hermanos, terminó siendo, entre 2002 y 2010, el primer presidente independiente de Colombia, desertor del Partido Liberal y, a su vez, desentendido del Partido Conservador. A la misma edad, Nicolás Sarkozy reveló su vocación: ser presidente de Francia. “Estaba en la piscina de un amigo de la familia”, recuerda su madre, Andrée Sarkozy, Dadu entre sus familiares. “Entonces nuestro amigo acarició la cabeza del niño. Nicolas se volvió enfadado y le dijo: Pero, ¿quién le ha dado permiso a usted para tocarme la cabeza? ¿No sabe que algún día seré presidente de la República?”. En ese momento, el amigo de la familia se rió mucho de la ocurrencia del pequeño. Ahora no se (leer más)

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Devuélvase al remitente

En el primer año de gobierno de Barack Obama fueron deportados de los Estados Unidos más extranjeros que en el último de George W. Bush. No hubo un endurecimiento de la política contra los indocumentados, plasmada en la valla frente a México que tendió su antecesor con la venia del Capitolio, sino una omisión presidencial: Obama no cumplió en tiempo y forma con la reforma migratoria, demorada por la sanitaria y la financiera. Cual broche, la gobernadora republicana de Arizona, Jan Brewer, impuso en ese Estado la “ley de barrios seguros y apoyo a las fuerzas del orden”, que permite a la policía detener a cualquiera por “sospechas razonables”. En los Estados Unidos residen en forma irregular más de 12 millones de personas. Entre ellas surgen familias con estatus combinados: viven los padres en la ilegalidad, temerosos de ser expulsados, y los hijos, nacidos en el país, en la legalidad. Esa tendencia aumentó en forma considerable en los últimos años, así como la legión de jóvenes que arribaron siendo niños y, en edad universitaria, pueden (leer más)