Otras voces

La angustiada euforia de Davos

Por Moisés Naím | El País Los ricos están más contentos que nunca. Las principales economías están creciendo, los riesgos de colapsos financieros parecen bajos, Trump redujo los impuestos, los precios de las empresas en las Bolsas de valores están por las nubes y, por lo tanto, las fortunas de sus dueños y directivos también. Por todo esto, en la reunión anual del Foro Económico Mundial que acaba de terminar en Davos (Suiza), el ambiente entre los ricos que allí asisten fue de euforia. Pero de una euforia angustiada, ansiosa. Saben que hay algo que no está bien. O, mejor dicho, muchas cosas no están bien. La lista es conocida y los científicos y analistas que van a Davos la recordaron hasta la saciedad. Cambio climático, guerras, pobreza y desigualdad, descontento social, terrorismo, ciberataques, malos líderes políticos y todo lo demás. No está claro de dónde vendrá la mala noticia que acabará con la bonanza, ni cuándo. Tampoco es seguro que llegue. ¿Quién sabe? Quizás no ocurra la catástrofe que descarrile este tren. Uno de (leer más)

Política

La otra cara de la guerra

Los ataques informáticos contra gobiernos y compañías privadas, cada vez más frecuentes y preocupantes, entrañan el riesgo de una mayor intromisión estatal en la intimidad de las personas Antes de desembarcar en Irak, el Pentágono alertó a George W. Bush sobre la posibilidad de congelar las cuentas bancarias de Saddam Hussein en el exterior por medio de un sabotaje informático. Era un plan secreto. Los Estados Unidos podían ganar la guerra sin lanzar un solo misil. Hussein no iba tener dinero para pagarles a sus tropas ni para reponer suministros. El presidente norteamericano caviló un instante. El riesgo era la eventual réplica: un fenomenal ciberataque capaz de desatar una crisis financiera global. Ni su gobierno ni los de sus aliados estaban en condiciones de contrarrestar un golpe de esa magnitud. Lo desechó. Más de una década después, los atentados terroristas en Francia, cuyo gobierno se opuso entonces a la guerra contra Irak, desnudaron la otra cara de aquello que el papa Francisco insiste en llamar Tercera Guerra Mundial “por partes”. Lo hizo esta vez durante (leer más)