Sociedad

Nombres impropios

En 1958, Robert Lane, vecino de un modesto complejo de viviendas de Harlem, Nueva York, pensó que su sexto hijo, recién nacido, iba darle suerte. Le puso Winner (ganador). Tres años después, aquella apuesta no había resultado. Le puso Loser (perdedor) a su siguiente y último hijo. Curiosamente, Winner tuvo un profuso prontuario por delitos comunes y Loser, alias Lou, llegó a ser sargento de la policía tras haber ganado una beca y graduarse en la Universidad Lafayette, de Pennsylvania, cuenta Steven D. Levitt en su libro Freakonomics. Es anécdota. Por poco tino o mucha ignorancia hay gente cuyos padres no tuvieron mejor idea que inscribirlos con nombres que despiertan reminiscencias horrorosas, como Hitler o Stalin. En los Estados Unidos hay personas con nombres de marcas, como Lexus, Arman, Bacardi y Timberland; de universidades, como Harvard, Yale y Princeton, y de profesiones y cargos públicos, como Lawyer (abogado), Judge (juez) y President (presidente). En el Reino Unido estalló ahora la polémica por la súbita notoriedad del nombre Muhammad (Mahoma en castellano) entre los bebés inscriptos (leer más)