Actualidad

Lápidas rusas

Tres días antes de la muerte del líder opositor ruso Alexei Navalny en una de las prisiones más alejadas de la civilización, en lo peor de Siberia, la Guardia Civil de España halló en un garaje municipal de Villajoyosa, Alicante, el cadáver de Maxim Kuzminov. Era un piloto ruso que había desertado a los 28 años de la guerra contra Ucrania en un helicóptero de combate. Cinco balazos, distribuidos prolijamente entre la cabeza y el pecho, habían acabado con su vida. Labor de sicarios, de modo de advertir qué podía ocurrirles a los traidores. Kuzminov había recibido medio millón de dólares de Ucrania a cambio de su defección. En septiembre de 2023, al mes siguiente de la fuga, ofreció una rueda de prensa en Kiev flanqueado por militares ucranianos. Criticó al régimen de Vladimir Putin y explicó las razones por las cuales estaba en contra de la guerra. Fue su sentencia de muerte. El Kremlin le prometió que no iba a vivir lo suficiente para ser sometido a juicio. Cumplió. En el helicóptero militar Mi-8 (leer más)

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Las otras fronteras de Rusia

Al horror sobrevino la rutina. La de ver pasar los días, las semanas, los meses y los años de un conflicto que iba a ser una operación militar especial, según el léxico homeopático de Vladimir Putin, y terminó siendo una guerra sin fin. En ese escenario, como en otros, la labor periodística es difícil, a veces imposible. Los periodistas pueden trabajar con limitaciones en Ucrania, el país invadido, no así en Rusia. ¿Qué ocurre mientras tanto en los países vecinos, como Bielorrusia, Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania y Moldavia? Cerca de la guerra: las otras fronteras de Rusia se titula el trabajo de periodistas, fotógrafos, traductores y diseñadores que coordinó la periodista ecuatoriana Soraya Constante, miembro de la asociación Periodistas sin Cadenas y corresponsal en la ciudad de México del diario 20minutos y otros medios de comunicación de España. Lo cuenta en el programa Cuarto de Hora, de CADAL TV, Un trabajo colaborativo de impecable factura, con testimonios y análisis de cada país, que permite ampliar la mirada hacia una región que vive de sobresalto en (leer más)

Sociedad

La guerra ciberfría

Por Jorge Elías Cada día, los ejércitos gastan millones de dólares en buques, armas y batallones. Son útiles para algunas guerras. No para todas. Los enemigos disparan misiles o ponen bombas, pero también amenazan en un ámbito más disimulado y, en ocasiones, más dañino: el ciberespacio. En él, según Ricardo Vanella, fundador de la Red Argentina-Americana para el Liderazgo (Real) y presidente de la Red Interamericana de Asociaciones de Alumni (IANAmericas), “es más barato atacar que defenderse”. La oportuna reflexión, referida a la gratuidad de las herramientas para atacar y el costo de los programas para defenderse, fue el prólogo del seminario Ciberdefensa y ciberseguridad, realizado en la Universidad de la Defensa Nacional, de Buenos Aires. A esas horas, Edward Snowden, prófugo de la justicia de los Estados Unidos por haber divulgado secretos de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), especulaba desde Moscú, donde reside al cobijo de Vladimir Putin, sobre la posibilidad de que Rusia haya estado detrás de un ataque informático por el cual su antiguo empleador, la NSA, permaneció casi 24 fuera (leer más)

Política

La otra cara de la guerra

Los ataques informáticos contra gobiernos y compañías privadas, cada vez más frecuentes y preocupantes, entrañan el riesgo de una mayor intromisión estatal en la intimidad de las personas Antes de desembarcar en Irak, el Pentágono alertó a George W. Bush sobre la posibilidad de congelar las cuentas bancarias de Saddam Hussein en el exterior por medio de un sabotaje informático. Era un plan secreto. Los Estados Unidos podían ganar la guerra sin lanzar un solo misil. Hussein no iba tener dinero para pagarles a sus tropas ni para reponer suministros. El presidente norteamericano caviló un instante. El riesgo era la eventual réplica: un fenomenal ciberataque capaz de desatar una crisis financiera global. Ni su gobierno ni los de sus aliados estaban en condiciones de contrarrestar un golpe de esa magnitud. Lo desechó. Más de una década después, los atentados terroristas en Francia, cuyo gobierno se opuso entonces a la guerra contra Irak, desnudaron la otra cara de aquello que el papa Francisco insiste en llamar Tercera Guerra Mundial “por partes”. Lo hizo esta vez durante (leer más)