Catalejo

El fin del mundo y de la Coca-Cola

Menudo escándalo armó David Choquehuanca cuando era canciller de Bolivia. Presagió el inminente “fin” de la Coca-Cola. A plazo fijo: el 21 de diciembre de 2012. Ese día, el último del decimotercer baktún (ciclo de 144.000 días en la cuenta larga del calendario maya), no sólo se iba a terminar el mundo, sino también “el “egoísmo” y “la división”, así como el capitalismo y la Coca-Cola, reemplazada por el mocochinche (refresco de durazno). De haberse cumplido la profecía, difícilmente iba a haber quien pudiera disfrutar del tiempo “de amor” y de “la cultura de la vida” que vaticinó el ministro de Evo Morales, apremiado por aclarar de inmediato que no quiso decir aquello que había dicho. El 21 de junio de 2017, como si nada, Bolivia recibió el año nuevo aymara 5.525 en coincidencia con el solsticio de invierno. Hubo ofrendas de fuego en homenaje al Tata Inti (dios Sol), sobre todo en la urbe prehispánica sagrada de Tiwanaku, a 3.800 metros de altitud. Un rito ancestral que cobró envión con Morales, el primer presidente (leer más)