Política

Macron descuida la retaguardia

Cuando Emmanuel Macron arribó al Elíseo, en mayo de 2017, su promesa de limpiar la política y de moralizar la vida pública de Francia no necesitaba más custodio que su palabra. La palabra empeñada se ve ahora empañada por la salvajada de un custodio suyo, Alexandre Benalla. El principal, en realidad. En un video, Benalla aporrea en forma despiadada a dos personas durante el operativo que montó la policía por las protestas del 1 de mayo en París. Participaba como observador, con casco antidisturbios y un brazalete de policía, pero aprovechó para la ocasión para descargar su ira a diestra y siniestra. Macron quiso bajarle decibeles al escándalo, tildándolo de “tormenta en un vaso de agua”. La tardanza en admitirlo influyó en su imagen y puso en riesgo sus planes de gobierno. Benalla, encargado de su seguridad, se había pasado de la raya. Tenía una hoja de ruta impecable. Veintiséis años, diplomado en derecho, pasión por el rugby. La suya era un carrera meteórica y ascendente después de haber empezado a los 19 en el servicio (leer más)

Política

Francia 2.0

Los franceses impusieron en el léxico político moderno tres palabras clave: derecha, izquierda y ballotage. En los últimos años aportaron otra, Le Pen, sinónimo de extrema derecha. La palabra Le Pen encontró ahora su antónimo: Macron. Equivale a sensación de alivio. O algo así. No sólo para Francia, sino también para Europa. Eso, un consuelo, representa el pase al ballotage o la segunda vuelta de las presidenciales de Emmanuel Macron, candidato centrista e independiente que defiende sin ambages la cesión de la soberanía a la Unión Europea (UE) y el símbolo totémico del euro, frente a su reverso, Marine Le Pen, abanderada del nacionalismo a ultranza. Son el día y la noche, la confianza y la desesperanza. En la campaña prevalecieron las sospechas de corrupción, las traiciones y las mentiras. Por primera vez desde que el general Charles De Gaulle ordenó redactar la Constitución de la V República, en 1958, los conservadores y los socialistas quedaron lejos del Elíseo y, por cierto, lejos de las bases. No lograron sintonizar con la gente. En el ocaso (leer más)