Política

Todo tiempo pasado parece mejor

Decía un periodista español que los programas de la ultraderecha populista son a la política lo que las croquetas de una madre son a la cocina. Titulaba su artículo con letra de tango: “Votar con el alma aferrada a un dulce recuerdo”. Y afirmaba que aquel recuerdo, “de una manera sencilla, nos devuelve a un pasado feliz y simple”, en el que “no había tantos problemas”. Como la canción Take me back, de Van Morrison: “Oh, recuerdo, cuando la vida tenía más sentido”. Éramos chicos o, quizá, no habíamos nacido. A la distancia, todo tiempo pasado parece mejor. ¿Lo fue, en realidad? La política que recordamos, vedada por dictaduras militares en algunos países como los del Cono Sur, era bipartidista. Portugal seguía atado a ese esquema desde la Revolución de los Claveles, en 1974, hasta las elecciones del 10 de marzo. El ascenso de Chega! (¡Basta!) quebró la rutina. En apenas dos años, el partido ultraderechista fundado en 2019 por André Ventura, primo hermano de Vox, en España, cuadruplicó sus escaños en la Asamblea de (leer más)

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Selva arrasada

Durante el gobierno de Jair Bolsonaro, la Amazonía sufrió la peor catástrofe de su historia. El fuego devoró miles de hectáreas. “La corrupción y la impunidad dejaron la puerta abierta a una elite despiadada”, cuenta Heriberto Araujo, periodista de investigación español, en su libro Masters of the Lost Land. The Untold Story of the Amazon and the Violent Fight for the World’s Last Frontier (Maestros de la Tierra Perdida. La historia no contada de la Amazonía y la lucha violenta por la última frontera del mundo)”. En la última frontera del mundo, dice Araujo desde el sur de Europa en el programa Cuarto de Hora, de CADAL TV, “es muy importante entender que ningún gobierno brasileño ha sido ecologista». En 2022, uno de cada cinco asesinatos de personas que defienden la tierra y el ambiente en todo el mundo se produjo en la Amazonía, según las organizaciones Amazon Watch y la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional (GI-TOC). La Amazonia es la mayor selva tropical del mundo. Tiene siete millones de kilómetros cuadrados. Besa (leer más)

Política

La derrota de los gobiernos

La toma de posesión de Javier Milei en Argentina tras su victoria en el balotaje forma parte de un ciclo. El de las derrotas de los partidos de gobierno en Iberoamérica. Con una excepción: Paraguay, donde el inoxidable Partido Colorado revalidó títulos más allá de que el nuevo presidente, Santiago Peña, no haya sido bendecido por su antecesor, Mario Abdo Benítez. En total, según Latinometrics, el 73% de los oficialismos mordió el polvo en la última década, marcada en su tramo final por la pandemia del malhumor, la guerra de Rusia contra Ucrania y economías que no respondieron a las expectativas de la ciudadanía. La epidemia de sinsabores excluye a regímenes que se codean con el rancio epitafio del autoritarismo, como la Cuba de Miguel Díaz-Canel, la Venezuela de Nicolás Maduro y la Nicaragua de Daniel Ortega. Tres modelos del mismo cuño, más allá de que celebren elecciones. Periódicas y amañadas, inclusive en la isla. El caso peculiar resulta ser Brasil, gobernado de 2003 a 2010 por Luiz Inácio Lula da Silva, luego por Dilma (leer más)

Política

Presidentes, hijos y entrenados

A menudo los hijos se nos parecen, canta Serrat, pero no siempre nos dan satisfacciones. El primer presidente de izquierda de la historia de Colombia, Gustavo Petro, cumplió su primer año de gobierno envuelto en un escándalo que involucra a su hijo mayor, Nicolás Petro Burgos, el único que ha seguido sus pasos políticos. Petro Burgos, diputado de la Asamblea Departamental del Atlántico, el más rico del Caribe, está en prisión domiciliaria después de haber sido detenido por enriquecimiento ilícito y lavado de activos. La trama involucra a su exesposa, Day Vásquez, también arrestada, y a narcotraficantes. No se trata de un caso excepcional. Como no todo se resuelve en familia, el presidente Petro enfrenta las sospechas de la Fiscalía General de Colombia sobre el financiamiento ilegal de la campaña de 2022. Está en duda si utilizó dinero de procedencia dudosa y si se excedió en los gastos permitidos. Antes del arresto de su hijo, Armando Benedetti, exjefe de su campaña, exembajador en Venezuela y expresidente del Senado, había insinuado en audios que cobraron estado (leer más)

Sociedad

La mano dura en Iberoamérica

El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, encarna con su lucha sin cuartel contra las pandillas aquello que, en el ideario popular, representaba el dictador chileno Augusto Pinochet en 1973. Pasó medio siglo. La mano dura, más allá de los excesos, se ha convertido en una moneda de cambio en Iberoamérica. Dos de cada diez jóvenes de 16 a 25 años que no vivieron los años de plomo están de acuerdo y un 13 por ciento de los mayores de 61 años también. Son porcentajes bajos, pero ambas generaciones se dan la mano en la encuesta anual de Latinobarómetro, que ausculta el pulso de la región desde 1995. Bukele, en el gobierno desde 2019, anunció en julio que pretende ser reelegido en 2024. No puede. En teoría. La letra constitucional de su país solo permite la reelección no consecutiva. Dice el informe: “La gran diferencia con la ola de recesión democrática de los años sesenta del siglo XX es que no hay militares. Esta vez, todos los dictadores son primero civiles elegidos en comicios libres (leer más)

Actualidad

Ucrania queda lejos o Putin está cerca

Detrás de los encuentros y de los desencuentros de toda cumbre internacional siempre quedan dudas. Los 27 de la Unión Europea (UE) mantienen una posición más o menos unánime sobre la invasión de Rusia a Ucrania. En otros términos, la guerra no es en Ucrania, sino contra Ucrania. Quizá porque la padecen en carne propia cerca de sus fronteras y asimilen a simple vista el dolor de los refugiados. En la otra orilla del Atlántico, los 33 de la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe (CELAC) muestran diferencias. Matices. E, inclusive, visiones opuestas, como las de Nicaragua, Cuba y Venezuela, o sesgadas, como la de Brasil. El régimen de Daniel Ortega bloqueó el comunicado conjunto y quedó fuera de la firma, renuente a condenar los estragos provocados por Vladimir Putin en Ucrania. Que tampoco figuraron finalmente. Alzó la voz el presidente de Chile, Gabriel Boric, ante la posibilidad de que cualquier país podía ser blanco de una agresión similar. En vano. Su par de Colombia, Gustavo Petro, forjado en la guerrilla, admitió que (leer más)

Sociedad

El colectivo LGBT+ aboga por la inclusión

Más de la mitad de los argentinos, brasileños, colombianos y mexicanos piensa en mayor o menor medida que la comunidad LGBT+ debería tener más representación en la política, según una encuesta de la fundación global Luminate realizada por el Instituto Ipsos. El trabajo, sobre la base de 4.400 consultas en los cuatro países, responde a la premisa de “garantizar que las personas históricamente subrepresentadas tengan acceso a la información, a los derechos y al poder para influenciar las decisiones que impactan en la sociedad”. La difusión del sondeo coincide con el Mes del Orgullo LGBT+. Coincide, a su vez, con un momento muy particular de las democracias de la región, entreveradas en polarizaciones y extremismos que avasallan los derechos humanos. La exclusión afecta a las mujeres, los negros y otros grupos demográficos. En el caso de la comunidad LGBT+, si bien ha habido progresos últimamente en cuanto a su aceptación con fallos favorables en los tribunales y normas dictadas por los congresos, sus miembros suelen ser víctimas de violencia simbólica y física. «El 63% concuerda (leer más)

Política

Entre un extremo y el otro

Dice el diccionario de la Real Academia Española (RAE) sobre el significado de la palabra autocracia: “Forma de gobierno en la cual la voluntad de una sola persona es la suprema ley”. Sinómino de Cuba, Venezuela, Nicaragua, El Salvador y siguen las firmas en una región, América Latina y el Caribe, en la que regímenes diversos con credenciales democráticas dudosas amagan con defender la multipolaridad, al mejor estilo de Rusia y de China, en desmedro de la unipolaridad, espejo del predominio de Estados Unidos. Entre un extremo y el otro, la tribuna, polarizada, no admite un término medio. Un discurso doméstico para amansar a las fieras, las antiimperialistas, y otro externo para acallar a los acreedores, los imperialistas, en un siglo, el XXI, en el cual izquierdas y derechas confluyen en una maraña de negocios despojados de ideologías. Sonaba mejor hace un ratito, no más, la pertenencia a la izquierda, sinónimo de resistencia y de rebeldía, que a la derecha, emparentada con el nefasto legado de las dictaduras militares y, últimamente, con los gobiernos autocráticos (leer más)

Política

La muerte cruzada como método de supervivencia

El presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, decidió disolver la Asamblea Nacional antes de vérselas con un juicio político. Quizás haya serenado por un rato los ánimos, pero no resolvió el problema de fondo de las democracias latinoamericanas y caribeñas. Lasso, acusado de haber malversado fondos en un contrato entre la empresa pública de transporte de petróleo, Flota Petrolera Ecuatoriana (Flopec), y la compañía Amazonas Tanker, que le costó al Estado al menos seis millones de dólares, dio un paso al costado. Apeló a un recurso constitucional de nombre apocalíptico, la muerte cruzada. Nunca había sido aplicado. Nada que ver con el autogolpe fallido de su excolega peruano Pedro Castillo, destituido y detenido después de haber intentado disolver el Congreso al estilo Alberto Fujimori. Una crisis sin fin la del Perú. La de Ecuador o la de Lasso después del gobierno de Lenín Moreno, expresidente de Rafael Correa desligado de su liderazgo, exhibe el desmadre de una región signada por la polarización y el desencanto. Lasso gobierna por decreto hasta que se celebren elecciones, algo que (leer más)

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El autoritarismo competitivo

El asalto de los tres poderes de Brasil refleja una crisis. La de la democracia, lastrada en todo el mundo por las dificultades económicas, la caída de las expectativas sociales, la virtual extinción de los partidos políticos tradicionales y la irrupción de líderes autoritarios al frente de coaliciones o movimientos populistas. Un fenómeno que Ignacio Labaqui, consejero académico de CADAL, llama “autoritarismo competitivo” en el programa Cuarto de Hora, de CADAL TV. La fisura de Brasil remite a la de Estados Unidos. En ambos casos, con la negación de la derrota en las elecciones de Jair Bolsonaro y de Donald Trump, respectivamente. Tanto uno como el otro conservan mayorías de número de legisladores, lo cual lleva a minorías radicalizadas, como la de los republicanos en la Cámara de Representantes, a imponer la agenda. Labaqui, profesor de Política Latinoamericana y Teoría de las Relaciones Internacionales en la Universidad Católica Argentina (UCA) y de Gobernanza Regional Comparada en el Máster de Estudios Internacionales en la Universidad del CEMA, advierte que las crisis “representan un riesgo para la (leer más)

Otras voces

Anatomía de la desigualdad brasileña

MARAGOGI, Brasil – “Me faltan cien reales para comprarme una bicicleta”, dice Vitória, algo tímida, pero decidida. Habla en voz bajita, con dicción lenta, para que los turistas extranjeros entiendan su idioma y su mensaje. Sobre todo, su mensaje. Su pelo, enredado por el viento, largo y negro, se adivina huérfano de champú. Los ojitos vidriosos, las manos ásperas, sucias de arena, por lo menos. La tez morena y algo cuarteada por el sol abrasador del nordeste brasileño. Pasa el día entero en la playa, con sus diez años mal vividos y una mochila llena de chucherías que intenta vender a cuestas. No sé qué le pesa más. La bicicleta es una meta que le queda lejos. En verdad, no es una meta. Si su realidad fuera otra, podría ser una mentira piadosa. Una mentira blanca que se escapa entre los labios de una criatura de tez negra. Pero su realidad es la que es y la empuja a montar estrategias sin que ella pueda presentar resistencia. No tiene tiempo para elegir; le urge sobrevivir. (leer más)

Actualidad

Otro asalto a la democracia

A dos años y dos días del asalto del Congreso de los Estados Unidos por seguidores de Donald Trump que no aceptaron la derrota en las elecciones de 2020, miles de partidarios de Jair Bolsonaro invadieron y destrozaron las sedes de los tres poderes de Brasil en rechazo al gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva. Una turba descontrolada arribó a la capital en decenas de ómnibus previamente contratados con el fin de deslegitimar la victoria de Lula en la segunda vuelta de las presidenciales del 30 de octubre, por ajustada que haya sido. Contó con la pasividad de la Policía Militar de Brasilia. Los ataques contra el Congreso, el Palacio de Planalto y el Supremo Tribunal Federal tuvieron como objetivo exigir una intervención militar para echar a Lula, presidente por tercera vez desde el 1 de enero. ¿Fue un conato de golpe de Estado, un acto terrorista o una insurrección? Los facciosos marcharon desde el Cuartel General del Ejército, donde permanecían acampados, a nueve kilómetros de la Plaza de los Tres Poderes, ideada por (leer más)

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Lula, 20 años después

Luiz Inácio Lula da Silva tomó posesión por tercera vez de la presidencia de Brasil en un contexto totalmente diferente del que marcó su primer mandato, en 2003. “La democracia en Brasil estaba en peligro con el gobierno de Bolsonaro, dice el sociólogo Demétrio Magnoli, consejero del Centro Brasileño de Relaciones Internacionales (CEBRI), en el programa Cuarto de Hora, de CADAL TV. El presidente saliente, Jair Bolsonaro, no aceptó la derrota en las elecciones del 30 de octubre y prefirió viajar a Estados Unidos antes de entregarle la banda presidencial. Tampoco estuvo en la ceremonia el vicepresidente saliente, Hamilton Mourao. Fue una transición pacífica después de una campaña en la que hubo asesinatos y episodios de violencia que obligaron a ambos candidatos a usar chalecos antibalas. “El nuevo gobierno se comprometió con una política exterior basada en los intereses y los valores de la Constitución brasileña”, acota Magnoli, columnista de Folha de Sao Paulo y O Globo, y comentarista internacional en Jornal das Dez y Em Pauta, de la red GloboNews. Los seguidores de Bolsonaro (leer más)

Actualidad

La fisura de Brasil

Exactamente 20 años después de su primera investidura, Luiz Inácio Lula da Silva asumió por tercera vez la presidencia de Brasil. De 2003 a 2023, mucha agua corrió bajo el puente en un país cada vez más polarizado. El presidente saliente, Jair Bolsonaro, partió rumbo a Estados Unidos. Nunca reconoció la derrota, al mejor estilo Donald Trump. El vicepresidente, Hamilton Mourao, tampoco participó de la ceremonia. En 1985 ocurrió lo mismo: Joao Figueiredo, el último mandatario de la dictadura militar, se rehusó a colocarle la banda a José Sarney. ¿Berrinches de militares sumidos en la Guerra Fría o falta de respeto a las instituciones de la república? El manual del mal perdedor, del cual puede dar cátedra Cristina Kirchner en Argentina al negarse a transferirle el mando a Mauricio Macri en 2015, incluye la presunción fraude, que no existió, y la equiparación entre dictadores y demócratas. Las sociedades fisuradas, inclusive entre amigos y parientes, necesitan la reconciliación de sus líderes para reconciliarse a sí mismas en lugar de los pataleos improcedentes en beneficio propio. Que (leer más)

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La otra cara del Mundial

Falta casi nada para que ruede la pelota. Todo Mundial de Fútbol tiene un trasfondo político. El de Qatar no es la excepción. Será el primer certamen de esta magnitud en un país de Medio Oriente después de una decisión controvertida de la FIFA en 2010 que levantó ampollas en otros confines por sospechas de soborno. Será también la primera vez que se dispute entre noviembre y diciembre debido a las altas temperaturas de junio y julio. El termómetro no impidió que miles de trabajadores migrantes construyeran los estadios y otras estructuras en condiciones laborales deplorables. “Documentamos numerosos abusos que sufrieron los trabajadores migrantes en Qatar durante la preparación del Mundial, que incluyen falta de pago de los salarios, lesiones e inclusive muertes”, dice Santiago Menna, asistente de investigación de la División de las Américas de Human Rights Watch, en el programa Cuarto de Hora, de CADAL TV. Miles murieron bajo un sistema laboral llamado kafala por el cual debieron trabajar con temperaturas cercanas a los 50 grados. Provenían en su mayoría de India, Bangladesh (leer más)