Bigotes en remojo

Hay modas que van y vienen, como dejarse crecer la barba y el bigote o afeitarse todos los días, según la cultura y, en algunos casos, las leyes




George Orwell: a los cincuenta cada uno tiene la cara que se merece
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En Isesaki, al norte de Tokio, un muchacho de hirsuta perilla asustó con su aspecto desprolijo a una venerable anciana. Armó un gran revuelo. Las autoridades municipales obligaron a los empleados a afeitarse bigotes y barbas para “mantener una imagen decente”.

La cara limpia, cual rasgo de nobleza, es parte de la cultura japonesa. El seleccionado de béisbol se caracteriza por las barbillas rigurosamente lampiñas de los jugadores. Desentonaba, quizá para ir contra la corriente, el príncipe Tomohito de Mikasa, primo alcohólico del emperador Akihito. Se hacía llamar Su Barbuda Majestad. Falleció en 2012.

Eso del bigote y la barba es un signo de identidad. En Argentina, el bigote de Raúl Alfonsín pasó a ser un símbolo de la recuperación de la democracia en 1983. Después de la vuelta olímpica del seleccionado español de fútbol en el Mundial de Sudáfrica, en 2010, el bigote se cotizó en alza gracias a su entrenador, Vicente del Bosque, “El Bigotón”.

En Turkmenistán, por orden del excéntrico líder Saparmurat Niyazov, están prohibidos el bigote y la barba. Otro tanto ocurre en la provincia de Aceh, Indonesia.

Dice el portal El Historiador: “El bigote reapareció con los húsares. Estos cuerpos de caballería de origen húngaro tenían la cabeza completamente afeitada a excepción de un jopo de cabello en la punta de la cabeza y de unos grandes bigotes caídos. Los otros cuerpos de caballería, emocionados por estos hermosos ejemplares, reclamaron también el derecho de usar bigote”.

En uno de los estados más fallidos del mundo, Somalia, “los hombres tienen la obligación de dejarse crecer la barba y afeitarse el bigote, y cualquiera que viole esta norma afrontará las consecuencias según dicta la ley islámica».

A los cincuenta años de edad, dejó dicho George Orwell, cada uno tiene la cara que se merece. Lucía un fino bigote.

Jorge Elías
@JorgeEliasInter



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