Brasil y Venezuela comparten frontera y crisis

La migración sin precedente de venezolanos está poniendo al límite de su capacidad al sistema público de salud y de solicitudes de asilo del país vecino




Boa Vista: desesperanza entre los indígenas venezolanos Warao | Foto de César Muñoz Acebes (HRW)
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Brasil y Venezuela comparten algo más que fronteras. Comparten tensiones en medio de la crisis que enfrentan en estéreo por razones diferentes. Esas tensiones, de origen político y secuela económica, se traducen en el éxodo de decenas de miles de venezolanos. Muchos van a Brasil. Ingresan por el Estado de Roraima, Se trata de una migración sin precedente que, según Human Rights Watch, “está poniendo al límite de su capacidad al sistema público de salud, que ya estaba saturado, y está colapsando el sistema brasileño de procesamiento de solicitudes de asilo”. Encuentra su principal causa en la grave escasez de alimentos y de medicinas.

La crisis humanitaria, negada por el gobierno de Nicolás Maduro, lleva a muchos venezolanos a ser acogidos como refugiados, buscar trabajos temporarios o recibir atención médica.  Más de 12.000 han entrado y permanecido en Brasil desde 2014, según los registros oficiales. Esa cifra se ha quintuplicado en un par de años. El Hospital General de Roraima brindó tratamiento en 2016 a 1.815 venezolanos, tres veces más que en 2015. La falta de medicinas en Venezuela provoca complicaciones de enfermedades críticas, como el sida, la neumonía, la tuberculosis y la malaria. Algunos necesitan ser hospitalizados.

Trabajo informal: la única alternativa de los venezolanos | Foto de César Muñoz Acebes (HRW)

A finales de 2016, la gobernadora de Roraima, Suely Campos, declaró el estado de emergencia de la salud en los municipios de Boa Vista y Pacaraima para obtener ayuda federal. El gobierno de Michel Temer está envuelto ahora en su propio caos por las protestas contra la reforma previsional y laboral. A comienzos de 2017 debió vérselas con la guerra entre facciones del narcotráfico en las cárceles. En la Penitenciaría Agrícola Monte Cristo (Pamc), en la zona rural de Boa Vista, capital de Roraima, murieron 33 reclusos. Fueron decapitados y descuartizados. La masacre sacudió a la pequeña ciudad de 320.000 habitantes, situada a 200 kilómetros de Venezuela.

En Brasil, los escándalos no cesan. Temer, de bajísima aprobación popular desde que asumió la presidencia tras la destitución de Dilma Rousseff, afrontó la primera huelga general en 21 años. El 92 por ciento de los brasileños cree que su gobierno va por mal camino y, por primera vez, el 34 por ciento se avergüenza de haber nacido en el país, según Datafolha. Las sospechas de corrupción acechan a un tercio de los diputados y a buena parte de los senadores. El mismo Temer está bajo la lupa por la sospecha de haber recibido en 2010 un soborno de 40 millones de dólares a nombre del Partido del Movimiento Democrático de Brasil (PMDB).

La situación de Venezuela dista de mejorar. Más de 30 muertos en abril en los reclamos de elecciones y de liberación de los presos políticos, así como por saqueos y disturbios, se vieron coronados con la intención de Maduro de convocar a una Asamblea Constituyente para reformar la Constitución. La de Chávez, adoptada en 1999. La que iba a “durar 100 años”, según su difunto mentor. Chávez juró sobre “la moribunda”, como llamó a la de 1961. Ahora agoniza la suya. La mitad de la asamblea, de 500 miembros, será elegida por el pueblo y la otra mitad por organizaciones afines al gobierno, según Maduro. “Un fraude”, replica la oposición. Palabra fuerte, también frecuente en Brasil.

Publicado en Télam

Jorge Elías
@JorgeEliasInter | @Elinterin
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