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Así lo revela un estudio del Instituto Surcoreano para la Política Económica Internacional
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Así lo revela un estudio del Instituto Surcoreano para la Política Económica Internacional
Getting your Trinity Audio player ready… De ser por Donald Trump, el pleito con Corea del Norte debería zanjarse con “furia y fuego”. La declaración de guerra, lanzada antes del último ensayo nuclear de Kim Jong-un, se tradujo en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en un proyecto con el cual pretendía provocar el colapso del país más hermético del planeta. Lo descafeinaron China y Rusia. La resolución aprobada finalmente prevé limitarle las importaciones de petróleo, prohibirle la exportación de productos textiles y castigar a las empresas navieras que le lleven insumos para misiles o armas. Son sanciones más dóciles que las impulsadas por Trump. Kim no se salió con la suya, pero, a pesar de ser el más débil en un conflicto que también involucra a Corea del Sur y Japón, aprovechó el padrinazgo histórico de China y las diferencias de Vladimir Putin con Trump para atenuar el impacto de la multa por sus pruebas nucleares. La más reciente, el 3 de septiembre, desencadenó un terremoto que traspuso (leer más)
Getting your Trinity Audio player ready… En películas como War Games (Juegos de Guerra), el mundo se salva en el último minuto. Justo antes de que se desintegre por un cataclismo. La realidad es diferente, por más que Donald Trump y Kim Jong-un se jacten de sus arsenales nucleares. La realidad, auscultada por la Universidad Michigan Tech, dicta que, de estallar una guerra nuclear, el principal perjudicado sería el país agresor. “Una nación dispuesta a usar su armamento nuclear contra otra debe determinar si tiene la capacidad de sobrevivir a los problemas que ella misma está provocando”, concluyen los profesores Joshua Pearce y David Denkenberger. Los avances en la inteligencia artificial (AI, sus siglas en inglés) permiten inferir que las computadoras podrían declarar una guerra nuclear en 2040, según la corporación Rand. Un equipo de investigadores que analiza el papel de las fuerzas armadas de Estados Unidos estima que las máquinas “podrían tomar el control y decidir sobre conflictos militares”. ¿Cómo? “Mediante la eliminación de barreras para mantener al armamento nuclear como método disuasivo”. La (leer más)
Getting your Trinity Audio player ready… La gira tuvo lo suyo. Donald Trump trazó en Arabia Saudita la frontera “entre el bien y el mal”. Reflotó de ese modo la teoría de George W. Bush, plasmada en el Eje del Mal, mientras firmaba el mayor contrato de venta de armas de la historia de los Estados Unidos. El plan: modernizar al segundo ejército mejor dotado de Medio Oriente, después del de Israel. Luego, en Israel y en Palestina, omitió en forma deliberada la mentada solución de los dos Estados. En el Vaticano, más allá del mensaje conciliador del papa Francisco, el atentado de Manchester reforzó su hipótesis sobre el mal, encarnado en el terrorismo islámico. Durante su primer peregrinaje internacional, Trump pretendía tomar contacto con las tres religiones monoteístas. Terminó jugando una partida múltiple de ajedrez. Atacó en todo momento a Irán, el otro líder de Medio Oriente, soslayando la represión de los sauditas contra los opositores y las minorías. “Buscamos socios, no perfección”, se atajó. Celebraba el negocio millonario con la dinastía Saud. America (leer más)
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