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Sociedad

Espacio para la neutralidad

En la adolescencia y poco después, en la edad universitaria, es normal que uno se incline hacia un extremo ideológico y considere tibios a aquellos que optan por la neutralidad. De hacerlo súbitamente al borde de la vejez, sin haber pisado antes el terreno político, el entusiasmo puede causar estragos en las relaciones personales. Eso ha ocurrido en los últimos años en algunos países de América del Sur. El saludable retorno de la política al centro de la escena, en desmedro de la economía, ha caldeado los ánimos y ha derrapado en una absurda clasificación de los allegados entre amigos y enemigos, incluidos los parientes. No todos han adoptado esa conducta hostil, propia de adolescentes tardíos e intolerantes. El 36 por ciento de los ciudadanos de la región se ubica en el centro político y el 19 por ciento prefiere evitar las etiquetas, lo cual supone que un 55 por ciento, más de la mitad, no se identifica con la izquierda ni con la derecha a ultranza, según revela el último informe anual Latinobarómetro (20.204 (leer más)