Bautismo de fuego




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El ataque de Corea del Norte a su vecino del Sur coincide con la entronización del heredero del dictador Kim Jong-il

Desde el día 10 del mes 10 (octubre) del año 10 (2010) tienen los norcoreanos la certeza de que la dinastía comunista creada por Kim Il-sung continuará, tras la muerte de su lunático hijo Kim Jong-il, con su enigmático nieto Kim Jong-un. El Brillante Camarada, ascendido a teniente general en un par de semanas, es ahora el vicepresidente de la Comisión Militar Central. Está al mando del cuarto ejército más numeroso del planeta, con 1,1 millones de soldados y 4,7 millones de reservistas. Lo designó su padre, El Querido Líder, tras presentarlo como su sucesor en el 65° aniversario del Comité Central del Partido de los Trabajadores (PT).

El brazo político del régimen aún reconoce como único guía al Presidente Eterno de la República Popular Democrática de Corea, muerto en 1994. En teoría, Kim Il-sung sigue en ejercicio postmortem mientras su hijo aplica la llamada autodependencia, emanada de la filosofía nacional inventada con el nombre de Idea Juche. En agosto de 2008 sufrió una apoplejía Kim Jong-il, ser engreído y paranoico de tacos altos no disimulados (su padre era un hombrón de 1,90 metro de estatura, pero él apenas alcanza 1,60 metro) y pelos en punta para parecer más alto. Es bebedor, mujeriego, cinéfilo y apasionado de los trenes y los coches de alta velocidad. Eligió para ocupar su lugar al más joven de sus tres hijos, nacido entre 1983 y 1984, pero inscripto sin mención del día ni del mes en 1982 para hacerlo parecer mayor.

Así como China inauguró sus Juegos Olímpicos el día 8 del mes 8 (agosto) del año 8 (2008), a las 8 de la noche, miles de norcoreanos redondearon en un acto masivo realizado el 10 del 10 del 10 la proclamación de Kim Jong-un. Su bautismo de fuego resultó ser, más de un mes después, un brutal ataque artillero contra la disputada isla surcoreana de Yeonpyeong que mató a dos soldados y dos civiles, y arrasó varias viviendas. El régimen había hecho alarde, días antes, de una nueva planta de enriquecimiento de uranio de la cual se valdría para aumentar su arsenal nuclear, probado con absoluta impunidad en 2006 y 2009.

Esta nueva bravuconada, condenada por casi toda la humanidad, a punto estuvo de refutar la fórmula de la paciencia estratégica, alentada por Barack Obama en las negociaciones a seis bandas de Corea del Norte con los Estados Unidos, China, Rusia, Corea del Sur y Japón. Ha sido el primer ataque contra una población civil de Corea del Sur desde la voladura de un avión de Korean Air en 1987 y el primer bombardeo en suelo surcoreano desde el final de la guerra de Corea, entre 1950 y 1953.

En Corea del Norte, 24 millones de personas nacen, viven y mueren en estado de guerra permanente a la sombra de la enorme estatua de Kim Il-sung. Su nieto, Kim Jong-un, amante de las películas de artes marciales y admirador del actor Jean-Claude Van Damme, ha sido entronizado en la primera conferencia de delegados del PT desde 1966. Hasta que el diario oficial Rondong Sinmun publicó su foto ni su cara era familiar para los norcoreanos. El heredero natural de Kim Jong-il era su primogénito, Kim Jong-nam, pero cometió en 2001 el error imperdonable de ser detenido en el aeropuerto de Tokio con un pasaporte dominicano falso; pretendía ir al Disneyland nipón.

Si China es el principal socio de Corea del Norte, y el único con predicamento en su capital, Pyongyang, Corea del Sur es su principal donante de ayuda humanitaria. Tras este ataque artero, similar a otros, los Estados Unidos recordaron los compromisos de no agresión de Corea del Norte, Rusia reaccionó con inusual dureza y Corea del Sur apuntó sus cañones contra la frontera más militarizada del planeta. En ella rige una tregua, no un tratado de paz, desde la guerra que dividió a la península. China se abstuvo otra vez de condenar a su régimen vasallo. Lo mismo ocurrió en marzo, cuando un submarino hundió con un torpedo a la corbeta surcoreana Cheonan, con 46 marineros a bordo.

La pelota no está ahora en Pyongyang, sino en Pekín. El enviado especial de los Estados Unidos para Corea del Norte, Stephen Bosworth, se mostró partidario de “no volver a las negociaciones mientras haya programas nucleares en marcha o exista la posibilidad de que Corea del Norte realice otra prueba atómica” y confiar en las autoridades chinas, aparentemente no enteradas de la intención de El Querido Líder de apuntalar de ese modo a El Brillante Camarada.

A finales de octubre, los ejércitos de ambas Coreas intercambiaron disparos en la Zona Desmilitarizada. Faltaba poco para la cumbre del G-20 en Seúl. La fiereza de Corea del Norte puede ser tanto una insinuación como una extorsión para conseguir que la comunidad internacional pague el desmantelamiento de sus 2000 centrifugadoras. Una de ellas, según Siegfried Hecker, ex jefe del laboratorio nuclear de Los Alamos, es “asombrosamente moderna”. El ambiente de crisis obra como pegamento en un pueblo aislado por el régimen y convencido por la propaganda de que, como el inmortal Kim Il-sung, es imprescindible para la supervivencia del planeta.



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