La comunidad organizada




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¿Qué ocurriría si los países no tuvieran división política, sino temática como Internet?

LaUnión Europea tiene tantos habitantes como los Estados Unidos, Japón y Alemania juntos: unos 500 millones. Es la cantidad de usuarios de Facebook. En esa red social, una de las más amistosas de Internet, bate el récord de seguidores la cantante Lady Gaga. Es la primera persona viva que, con 10 millones de fans, supera a Barack Obama. Delante de ellos están el difunto Michael Jackson, el juego Texas Hold’em Poker, la serie de televisión The Family Guy (Padre de Familia), el videojuego Mafia Wars y el sitio Facebook. ¿Es relevante que la reina del pop, heredera no deseada de Madonna, tenga mejor respuesta que un presidente tan atípico y atrayente como Obama?

Es normal y hasta saludable que una artista sea más popular que un político. Tampoco es infalible ese político. Puede jactarse de haber alcanzado las históricas reformas de Wall Street y de la cobertura de salud, pero su mujer, Michelle, y uno de sus antecesores, Bill Clinton, tienen más adhesión popular que él.

Tanto Obama como Lady Gaga acreditan carreras vertiginosas. En Facebook, territorio demarcado por afinidades temáticas, manda Mark Zuckerberg, su fundador y jefe. Desde el 21 de julio, cuando logra los 500 millones de usuarios, es el gobernador de un Estado virtual tan poblado como los 27 países de la Unión Europea. No hay bandera ni himno ni lengua. Los usuarios se acercan entre sí, por voluntad propia, para acordar o discrepar. Es lo de menos la nacionalidad, así como el estrato social y económico. Es lo de menos la autoridad, también. ¿Podrían los países prescindir de su división política en beneficio de una distribución temática?

Es más fácil crear una comunidad en el mundo virtual que una nación en el mundo real. En febrero de 2008, Kosovo declara la independencia. Es la última provincia separatista que surge como Estado del colapso de Yugoslavia. La reconocen 69 países, incluidos los Estados Unidos, Francia y el Reino Unido. Le da la razón la Corte Internacional de Justicia ante el reclamo de Serbia, acompañada por Rusia, España, China e India. Esos Estados, como la Argentina con Malvinas, cobijan territorios que podrían seguir el ejemplo de Kosovo.

La independencia no es un trámite fácil. Espera el mundo que Palestina dé ese paso, no la isla de Pascua tras la amenaza del presidente del Parlamento Rapa Nui, Leviante Araki Araki, de independizarse de Chile. En escala, la división política del planeta es tan dinámica como la distribución temática de Internet. Es sorprendente que aún no se haya trasladado al mundo real la organización del mundo virtual como antídoto contra la causa de males contemporáneos y pretéritos: el nacionalismo.

En Francia, el gobierno de Nicolas Sarkozy formula a la ciudadanía una pregunta clave: “¿Qué es para usted ser francés?”. Las respuestas variopintas coinciden en exaltar valores como la historia, la tradición, el orgullo y, cual copyright, La Marsellesa. Es la razón de la consulta popular: en 2008, el himno cosecha una estridente silbatina antes de un partido de fútbol del seleccionado nacional contra el tunecino en un estadio del norte de París. En los suburbios son frecuentes los disturbios ocasionados por muchachos que, a pesar de haber nacido y crecido en el país, se sienten extraños por ser hijos de inmigrantes.

El gobierno de Sarkozy decide que La Marsellesa sea entonada al menos una vez por año en los colegios. En Eslovaquia, Estado constituido en 1993 por la disolución de Checoslovaquia, el Parlamento sanciona una ley que obliga a profesores y alumnos a cantar cada lunes el himno. En sintonía con esas premisas nacionalistas,  Hungría se dispone a otorgar la ciudadanía a las personas de etnia magiar que viven en el exterior, Italia sofoca este año los peores incidentes con inmigrantes desde el final de la Segunda Guerra Mundial, Francia pone en discusión el uso del burka (velo islámica), Suiza prohíbe la construcción de minateres y una parte de la población de los Estados Unidos muestra su peor cara en Estados que, como Arizona y Florida, acogen ilegales.

Más que en cualquier otro momento, la fuerza dominante de la política es el miedo. Lo mide otra red social, Twitter. Con un tráfico diario de 65 millones de mensajes breves, o tweets, investigadores de las universidades de Harvard y Northeastern arman un mapa del estado de ánimo. Es como una radiografía social. La gente está más contenta por la mañana; no hay mejor momento que el domingo por la mañana ni peor que el jueves por la noche.

Lejos parecen estar esos datos  de la bitácora de una artista y un político. ¿Son apariencias? De serlo, Lady Gaga no sería tan parecida a Obama, si de fenómenos hablamos, ni Hillary Clinton a Britney Spears, si de fracasos hablamos. Estaban en carrera para ser la presidenta de los Estados Unidos, una, y la reina del pop, la otra; se ven obligadas a admitir ahora que la vida es lo que les pasa mientras ellas se empeñaban en hacer otros planes. Es otra lección del mundo virtual, en ocasiones más realista que el real.



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