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Política

No hay mañana sin ayer

Tres décadas después, las víctimas de Pol Pot asisten al juicio de sus torturadores Le consta a Albie Sachs, juez del Tribunal Constitucional de Sudáfrica, que el servicio secreto del ejército de su país imitó en la década del ochenta al régimen militar argentino: eran arrojados al río o al mar, desde aviones, los cuerpos de aquellos que habían sido ejecutados o que no habían resistido las torturas durante los brutales interrogatorios. Le consta también que “la conexión entre ambas experiencias y otras no menos dolorosas puede ser positiva si se sientan las bases de la reconciliación entre unos y otros” o, como ocurrió tras el apartheid, “si se revé el pasado y, con las garantías pertinentes, torturadores y torturados se ven las caras”. En Camboya, pocos verán las caras de sus torturadores. Entre abril de 1975 y enero de 1979, el régimen de Pol Pot masacró a un cuarto de la población en su afán de implantar una dictadura agraria de inspiración maoísta. En la efímera República Democrática de Kampuchea, regida por la guerrilla (leer más)

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Economía

Si hay miseria, que no se note

Cada 21 de febrero, Robert Mugabe se celebra a sí mismo. Es su cumpleaños. Y no escatima gastos. Esta vez, a sus 85 años, el dictador vitalicio de Zimbabwe se agasajará con 4000 porciones de caviar, 3000 patos, 8000 langostas, 100 kilos de mariscos, 500 de queso, 16.000 huevos, 3000 pasteles de vainilla y chocolate, 8000 cajas de bombones (preferentemente, Ferrero Rocher), 2000 botellas de champaña (no cualquiera: Moët & Chandon y Bollinger) y 500 de whisky (tampoco cualquiera: Johnny Walker y Chivas). Los invitados, libres del aprieto de hacerle obsequios de dudosa utilidad, depositarán entre 45.000 y 55.000 dólares norteamericanos en una cuenta bancaria abierta para la ocasión. Si depositaran esas sumas en la moneda nacional de Zimbabwe, Mugabe no recuperaría ni la inversión en velitas. El dólar zimbabwense adelgazó 12 ceros en un vano intento de domar la hiperinflación, estimada en porcentajes jamás imaginados por el Indec. Un dólar norteamericano equivale a 30.000 zimbabwenses. El régimen, clavado como un puñal desde la independencia del Reino Unido en 1980, llegó a imprimir billetes de (leer más)

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Política

El amor eterno dura cien días

La cláusula «compre americano» estrenó contrapuntos entre Europa y Obama Lo malo no es cometer errores, sino tratar de justificarlos. Pocos estaban dispuestos a aceptar, hasta el reciente foro económico de Davos, que habían cometido errores. No previeron que, como otras veces, el mundo había incurrido en los siete pecados capitales enumerados por Ghandi: política sin principios, riqueza sin trabajo, comercio sin moral, ciencia sin humanidad, placer sin consciencia, conocimiento sin carácter y religión sin sacrificio. Tampoco previeron un año antes, en ese mismo ámbito, que iba a estallar la crisis e iba a derivar en una inquietante ola de proteccionismo y desglobalización en coincidencia con otra ola, aún más inquietante, de hambruna, desempleo y protestas. Es como si, después de mucho tiempo de convivencia, te acostaras con tu mujer y te despertaras con otra. De igual aspecto; de distinto carácter. De la noche a la mañana, apenas un año entre foro y foro, el planeta debe decidir si la acepta a pesar del abrupto cambio. No tiene alternativa: la  rechaza en su fuero íntimo, (leer más)