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Política

Hasta siempre, comandante

Entre líneas, la renuncia de Fidel deja entrever que, en realidad, no se va del todo En las vísperas, Fidel reveló algo que, aunque fuera público y notorio, nunca había salido de su boca ni de su puño y letra: su “crítico” y “precario” estado de salud. Con esas palabras, el diagnóstico no pudo ser más preciso: la fragilidad del cuerpo doblegó, finalmente, la vitalidad del poder. En la posdata de su recado dejó dicho, sin embargo, que las dolencias intestinales por la cuales delegó en su hermano Raúl el mando, o parte de él, no lograron apartarlo por completo de la rutina en la que invirtió 49 de sus 81 años: ser Cuba. En los 568 días que transcurrieron entre el 31 de julio de 2006 y el 19 de febrero de 2008, el más pragmático y menos ideológico de los Castro esbozó con cierta timidez aquello que el otro, postrado sin retorno, jamás se hubiera atrevido a emprender: una virtual apertura. Tras la desintegración de la Unión Soviética, más solo que la una (leer más)

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Política

Entradas agotadas

El gran debate político en la Unión Europea es cómo controlar la inmigración En 2006, el ex canciller británico Jack Straw mostró inquietud por el uso del nijab  (velo que oculta la cabeza y parte del rostro de las mujeres musulmanas). No mostró inquietud por el hábito en sí, sujeto a discusión en colegios y universidades de Europa, sino por la contrariedad que supone entablar un diálogo más o menos razonable con una persona a la cual uno apenas puede adivinarle las facciones y verle los ojos. El ejemplo, banal, casi frívolo, entrañaba un asunto de mayor relevancia: el contraste entre encerrarse en uno mismo o confiar en los demás. En realidad, la ventaja de vivir en una comunidad en lugar de vivir en un gueto. El uso del nijab, prohibido en los institutos educativos de Francia y en algunos de Bélgica por su aparente carácter religioso, no es un precepto del Corán, sino una elección de cada mujer o, en ocasiones, un capricho del marido. En una sociedad como la británica, dominada por lógicos (leer más)

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Política

El día que me quieras

Las elecciones primarias despertaron una súbita ola de simpatía por los EE.UU. En los tempranos sesenta, los mexicanos concluyeron que los Estados Unidos tenían por primera vez un presidente parecido a ellos: John F. Kennedy era católico; profesaba su misma fe. No hubo desde entonces otro con el cual compartieran rasgos en común, más allá de la cuñada mexicana de George W. Bush (Columba, esposa de su hermano Jeb, ex gobernador de Florida). Con Bill Clinton tuvieron un romance: soslayó a la oposición republicana del Capitolio para rescatar al país de la embriaguez financiera provocada por el efecto tequila en 1994. Aquel gesto, así como su política migratoria, debería ser capitalizado por su mujer, Hillary, entre los mexicanos que, nacionalizados norteamericanos, votan en las primarias demócratas. Lo capitalizó en California y otros Estados con población hispana. Pero, si de identificación se trata, los mexicanos advierten en su adversario, Barack Obama, un atributo más cercano: tiene la piel de color canela, como la venerada Virgen de Guadalupe. ¿Para qué te voy a decir que no, si (leer más)

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Política

Juego de poder

Como en una película, el mismo plan conduce a los mismos errores en Afganistán Con inusitada rapidez, los hombres de George W. Bush concluyeron, tras la voladura de las Torres Gemelas, que Osama ben Laden era el principal sospechoso. No hubo duda: de inmediato pusieron precio a su cabeza. ¿Por qué estaban tan seguros de que el líder de Al-Qaeda y no otro había ejecutado el peor atentado en la historia de los Estados Unidos? Porque había sido uno de los mujahidines (luchadores) que, con armas e instrucción suministradas por el servicio de inteligencia militar de Paquistán (ISI) por medio de la CIA y agencias de otros países, expulsaron al régimen soviético de Afganistán en 1987, dos años antes del final de la Guerra Fría. En el llamado Vietnam soviético murieron más de un millón de personas, en su mayoría afganos. La resistencia afgana, nutrida por fundamentalistas de países islámicos que se unieron a ella, recibió apoyo de los Estados Unidos y otros países, canalizado, o disimulado, a través del régimen militar de Paquistán, encabezado (leer más)