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Política

Cómo ser opositor y no morir en el intento

El dilema afecta a América latina, sobre todo por la impronta de Chávez y por el correlato de las elecciones en México BERLÍN.– Poco sabía Gabriela Büssemaker, alcaldesa de Ettlingen, Estado de Baden-Württemberg, del origen remoto de sus visitantes: la Argentina. Sólo acudían a su memoria, mientras departía con diputados por Compromiso para el Cambio, Recrear, la UCR, el ARI y los partidos Demócrata de Mendoza y Renovador de Salta, los reclamos de alemanes furiosos por no haber cobrado los dividendos de los bonos de la deuda pública que habían adquirido antes de la crisis. Ese tema y la curiosidad por la cercanía entre Néstor Kirchner y Hugo Chávez, así como el conflicto con Uruguay por las plantas de celulosa, fueron recurrentes en las reuniones con dirigentes del Partido Liberal Democrático (FDP). Después de la crisis, la Argentina dejó de ser una sucursal de Europa, plasmada, cual síntesis, en la vida y la arquitectura de Buenos Aires. Antes, la pregunta era: ¿cómo nos ven? Ahora, la pregunta es: ¿nos ven? En Alemania, concentrada en su (leer más)

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Política

La vidriera irrespetuosa

Menos libertad y más sensibilidad son el saldo que advierte Europa como consecuencia de la política contra el terrorismo Desde la Segunda Guerra Mundial, Europa no pudo reparar sus errores ni solucionar sus problemas. Cada vez que se vio en apuros, los Estados Unidos acudieron en su ayuda. Puso en evidencia, con ello, sus flaquezas. Ese síntoma, más allá de los agradecimientos de rigor, nunca dejó de ser una cruz que debieron cargar, a su vez, todos los presidentes norteamericanos desde el desembarco en Normandía. Entre ellos, George W. Bush se llevó la peor parte por su respuesta a la voladura de las Torres Gemelas, considerada exagerada, y por su política contra el terrorismo, considerada desproporcionada. Poco antes, mientras el mundo occidental aún incorporaba la democracia y el libre comercio como un estilo de vida, Bush había dado indicios de que los Estados Unidos cerraban filas en sí mismos en cuestiones que trascendían sus fronteras y que habían sido suscriptas por Bill Clinton, como las adhesiones a la Corte Penal Internacional y al Tratado de (leer más)

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Política

Reloj, no marques las horas

Vencido el plazo de la ONU, Irán desafía a la comunidad internacional con su empeño en desarrollar material sensible y peligroso Desde la muerte del ayatollah Ruhollah Khomeini, diez años después de la revolución islámica, Irán aplicó una estrategia: zigzagueó entre la agresión y la persuasión. La agresión contra los Estados Unidos y, cuando se vio apremiado, la persuasión con Europa. La estrategia de los mullahs, capaz de sacar de quicio a George W. Bush, reportó el tiempo como beneficio inmediato para un régimen que, de cara al mundo, debió ser intérprete de una faz política y de otra religiosa como síntesis de un poder complejo. Tan complejo que no vaciló en socavar gobiernos comprometidos con causas contrarias a sus intereses, como Arabia Saudita, mientras sentaba precedente de su rechazo a la existencia de Israel. En todo momento se valió Irán de la confusión, de modo de mostrarse agresivo, por un lado, y persuasivo, por el otro. Nunca antes, sin embargo, estuvo tan decidido a disponer de la capacidad de enriquecer uranio, aislar plutonio y (leer más)