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Política

Principio de incertidumbre

Al-Qaeda ha modificado sus mensajes tanto por el impacto de sus actos de barbarie como por las respuestas recibidas Desde el 27 de diciembre de 2004, Al-Qaeda entró en una nueva fase. Pocos advirtieron, sin embargo, que el mensaje de Osama ben Laden fuera serio. O, acaso, que fuera en serio. Sólo representaba, para Tony Blair y George W. Bush, otra amenaza de un criminal que, por sus afanes terroristas, debía ser ignorado. Ciento noventa y un días después (casualmente, el total de muertos en Madrid por los atentados del 11 de marzo), Londres pagó las consecuencias. Y las pagó (casualmente, supongo) el día siete del mes siete, números que coincidían (casualmente, insisto) con los terroristas que, cercados por las fuerzas de seguridad españolas, se inmolaron en un edificio de Leganés; eran, también, siete. En ese mensaje, Ben Laden legitimaba el mandato de su lugarteniente jordano Abu Musab al-Zarqawi en Irak, fijaba en Bagdad la capital del hipotético califato (es decir, la base de la restauración del imperio que pretende dominar con el islam como (leer más)

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Política

Estamos prisioneros, carcelero

En Gran Bretaña, como en los Estados Unidos y en España, Al-Qaeda utilizó la vieja táctica de atacar las caravanas Como extraterrestres o infiltrados, los terroristas adquieren nuestro aspecto, hablan nuestro idioma y comulgan con nuestros valores. Nada, más allá de su ascendencia y su credo, genera desconfianza en ellos. Nada hasta ese día brutal en que, fieles a sus preceptos, cumplen con la orden para la cual se prepararon durante años. La orden que, una vez ejecutada, expresa el odio adquirido, no innato, hacia los Estados Unidos, sus aliados occidentales y los gobiernos árabes que consideran serviles. Odio implantado, digamos, después de dos o tres generaciones en el país al cual inmigraron sus mayores. Por obvio y anunciado que haya sido el desenlace después de los atentados en los Estados Unidos y en España, así como en Arabia Saudita y en Marruecos, ni Tony Blair pudo creer en un primer momento que británicos como él, nacidos y criados en el mismo suelo, integrados en sus comunidades, gente común, hayan cometido el mayor atentado contra (leer más)

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Ojos bien cerrados

Al-Qaeda se atribuyó la masacre, pero nada indica que haya sido la misma que actuó en los Estados Unidos y en España En medio del caos, un intérprete del canal de televisión norteamericano MSNBC notó un error en uno de los versos coránicos citados por los presuntos autores. Esta vez, la Organización Secreta de la Guerra Santa de Al-Qaeda en Europa. Una nueva marca, acaso una nueva sucursal, dentro de las diversas denominaciones que ha ido adquiriendo la red (la Base, su nombre original) desde que el 11 de septiembre de 2001 se convirtió en sinónimo de terrorismo y, cual correlato de ello, terrorismo se convirtió en sinónimo de Al-Qaeda. El error, sin embargo, pasó inadvertido. O no fue tenido en cuenta, excepto por el canal de televisión qatarí Al-Jazeera, vehículo frecuente de los mensajes, de las amenazas y de las ejecuciones de Al-Qaeda, Osama ben Laden y Abu Musab Al-Zarqawi. En su lugar, la revista alemana Der Spiegel difundió por Internet el comunicado en el cual los mentores aparentes de la masacre en Londres (leer más)

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El peor amigo de mi mejor enemigo

Las sospechas sobre el presidente electo de Irán ponen en un aprieto a Bush, jaqueado por Irak y concentrado en Medio Oriente En perspectiva, Irán iba a ser una bomba de tiempo. Una bomba atómica, en realidad. Sobre todo, porque iba a terminar el gobierno reformista de Mohamed Khatami, más allá de las sospechas por su respaldo al terrorismo y por sus instalaciones nucleares. Eran sospechas más fundadas que el arsenal de armas de destrucción masiva en poder de Irak. Pero faltaba mucho para las elecciones, faltaba menos para las legislativas de los Estados Unidos y faltaba nada para derrocar a Saddam Hussein. Faltaba más, señor presidente: gracias a la guerra, la democracia iba a prender en el mundo árabe como cactus en el desierto. Prendió tímidamente. No en forma abrupta, como pretendía George W. Bush. En el ínterin murió Yasser Arafat, Siria debió terminar de apuro la ocupación militar del Líbano a raíz del asesinato del ex primer ministro Rafik Hariri e Israel comenzó a retirarse de la Franja de Gaza. No hubo, sin (leer más)