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Política

Seamos idealistas: hagamos lo posible

El tercer mundo demostró que está lejos de aceptar el «intervencionismo benévolo» que plantean Blair, Clinton y compañía Promesas, no realidades, invocaba un graffiti latinoamericano. Las mismas, quizá, que han procurado evitar Lula, Ricardo Lagos y Néstor Kirchner. Marcados, más que todo, por realidades, no por promesas, en un contexto pendiente en forma casi exclusiva de la seguridad, o del interés nacional, de los Estados Unidos (están con nosotros o están contra nosotros, versión George W. Bush) en el cual lejos, lejísimo, parece haber quedado aquella cosa llamada utopía que Eduardo Galeno supo definir como una excusa para caminar: “Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá”. Después de tanto caminar, Lula, así como sus pares de la región, no llegó al poder, sino al gobierno. Y no armó una revolución; ganó una elección. ¿Dónde ha quedado la utopía, entonces? El realismo político no significa abandonar nuestros sueños, esgrimió en Gran Bretaña. Había estado poco antes con Bush en la Casa Blanca, (leer más)

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Política

El paradigma del miedo

Bush y Blair enfrentan cuestionamientos por haberse dejado llevar por informes que no condujeron al arsenal de Saddam En el comienzo de todo, George W. Bush creó el miedo y la sospecha. E invocó la libertad en sendas operaciones, o guerras, antiterroristas: Libertad Duradera, o Perdurable, en Afganistán, y Libertad Iraquí, de modo de que, más allá del miedo y de la sospecha como correlatos de la voladura de las Torres Gemelas, prevaleciera la libertad como uno de los valores más caros a Occidente. La libertad, sin embargo, ha mellado otro valor. Tan caro, quizá, como ella: la verdad. Deshonrada, finalmente, en donde iban a aparecer armas de destrucción masiva, arsenales nucleares, misiles Scud capaces de pulverizar Israel, fanáticos decididos a morir matando y pruebas implacables de los vínculos de un dictador impiadoso como Saddam Hussein con un asesino confeso como Osama Ben Laden. Deshonrada, también, la verdad, en los vanos argumentos de Bush ante el Capitolio, de Colin Powell ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, de Tony Blair ante la Cámara (leer más)

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Política

El arte de la imprudencia

Resucitó rencores personales, relegando con ellos el replanteo entre la vieja Europa y la nueva Europa en un momento decisivo Más allá de las dudas, y de las críticas, por su autoridad moral para presidir la Unión Europea (UE), Silvio Berlusconi tenía una oportunidad, acaso única, de dejar de lado las rencillas personales (problemas legales irresueltos y conflictos de intereses también irresueltos) y encarar una agenda por sí misma ambiciosa: firma de la primera Constitución Europea, impulso de la red de transportes transeuropeos, finalización de las negociaciones de ampliación, endurecimiento de la política de inmigración y reconciliación con los Estados Unidos después de las rajaduras que produjeron las diferencias por la guerra contra Irak. Su debut en el cargo rotativo, sin embargo, no pudo ser peor: comparó en el Parlamento Europeo al eurodiputado alemán Martin Schulz, de filiación socialdemócrata como el canciller Gerhard Schröder, con un esbirro de las SS, recomendándole que desempeñe el papel de guardia, o de capo, de un campo de concentración en una película. Réplica absurda, resucitando estereotipos odiosos, frente a (leer más)