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Política

El revés de la trama

Las réplicas por los atentados terroristas en los Estados Unidos sirven de excusa para represalias cada vez más enérgicas Pocas pulgas tiene Vladimir Putin. Desde 1999, los soldados rusos han matado más de 13.000 separatistas chechenos, considerados terroristas de la estofa de Al-Qaeda. Era su promesa electoral: eliminarlos como hormigas. Sin contemplaciones ni concesiones, por más que ese año haya coincidido con la limpieza étnica de albaneses en Kosovo por la cual rodó la cabeza de Slodoban Milosevic. El agente reciclado de la KGB, capaz de tensar al máximo la cuerda en compañía frecuente de su par chino Jiang Zemin con tal de oponerse a la hegemonía norteamericana en los foros internacionales, como las Naciones Unidas, se maneja con autonomía absoluta en el rubro derechos humanos. Tanta que, a veces, desconcierta: 117 muertos por el uso de gas sedante en el rescate de los 800 rehenes en el teatro Dubrovka, de Moscú, poco y nada tonifican a líder alguno. Como poco y nada tonifican a líder alguno, tampoco, 41 rebeldes acribillados y otros tantos detenidos. (leer más)

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La confusión está clarísima

Incapaz de formar un gabinete en medio de la crisis, Sharon ha aceptado las condiciones de Netanyahu, ahora canciller En 20 meses en el poder, con el lastre de más de 1960 palestinos y de más de 640 israelíes muertos en la segunda versión de la intifada, el primer ministro de Israel, Ariel Sharon, poco y nada ha logrado de su intención original: restablecer la seguridad y la paz. O viceversa, en un círculo perverso en el cual las acusaciones mutuas con el líder de la Autoridad Nacional Palestina, Yasser Arafat, sólo han reportado bajas, bajas y más bajas. De un lado y del otro. Saldo negativo, más allá de las sorprendentes encuestas favorables para Sharon, de un gobierno que empezó con el pie izquierdo, dejando su huella, el 28 de septiembre de 2000, en coincidencia con la reanudación de la sublevación palestina, en las puertas de la mezquita El Domo de la Roca (Al Aqsa, en árabe), sitio sagrado del Islam en donde estuvo el templo de Jerusalén y en donde, según las escrituras (leer más)

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Y, de pronto, nos levantamos con el pie izquierdo

Bush sigue sintonizando otro canal mientras el patio trasero reacciona en contra de una guerra que no cree propia Otra vez George W. Bush ha fallado en sus cálculos. O ha confiado demasiado en sí mismo: creyó que iba ser fácil obtener el respaldo de Vicente Fox, en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, para la resolución contra Irak. Pero no. México, con más cautela que osadía, ha optado por la fórmula, o la posición, de Francia: autorizar el uso de la fuerza sólo si el régimen de Saddam Hussein no cumple con su promesa de permitir el ingreso de los inspectores de armas en los palacios de Bagdad. En otro contexto, la respuesta de Fox en Los Cabos, México, durante la cumbre de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), pudo haber sido una réplica individual, más allá del efecto dominó en la región, ante la falta de apoyo de Bush para solucionar su problema más acuciante como vecino inmediato: la inmigración ilegal de mexicanos en los Estados Unidos. En el actual contexto, con la (leer más)

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Confesiones de invierno

A diferencia de Saddam, el régimen de Kim Jong-Il se ufana de la fabricación de armas nucleares y de su posible uso SEÚL, Corea del Sur.– En el primer cuadro, un lugarteniente dice a Saddam Hussein: “Hemos ocultado nuestros misiles”. En el segundo, alzando la mano, dice: “Hemos ocultado nuestros materiales nucleares”. En el tercero, bajando la mano, dice: “Hemos ocultado nuestros agentes químicos y biológicos”; recibe como respuesta: “Espléndido”. En el cuarto y último cuadro del cartoon de Steve Kelley, de The Times-Picayune, de Nueva Orleáns, reproducido por USA Today, el líder del régimen de Irak dice a uno de los inspectores de armas de las Naciones Unidas: “No tenemos nada que ocultar”. Miente, pero, a la vez, no miente, convencido por su lugarteniente de que ya han ocultado todo y, por lo tanto, no tienen nada que ocultar. Nada por aquí, nada por allá. Y el resultado, cantado, da cero. Como cantado parece ser el resultado en sí de la misión de los inspectores, persuadidos del movimiento de tropas dispuesto por George W. (leer más)