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Política

¿Quién me ha robado el mes de abril?

La rara parábola de un golpe de Estado que ha terminado siendo un boomerang, fortaleciendo a un presidente resistido Pensándolo bien, Hugo Chávez tuvo su 17 de octubre. No es Perón, aclaremos. Ni Allende, tampoco, por más que haya ido, derechito y cuesta abajo, hacia un 11 de septiembre. Un golpe de Estado. Como en Chile, en 1973. Que se veía venir en Venezuela, cual amenaza, desde la huelga general del 10 de diciembre. Y que iba a derivar, cuatro meses y un día después, en los arrebatos de un Pinochet. O, sin insignias militares, de un Pinochet light, como supieron llamar a Pedro Carmona durante su breve interinato en el Palacio de Miraflores. Menos de 40 horas en las cuales demostró que, como remedio, era peor que la enfermedad, disolviendo la Asamblea Nacional, suspendiendo la Corte Suprema, desatando una caza de brujas y arrogándose poderes hasta en la liga nacional de béisbol. Rara parábola que, por primera vez desde el 2 de febrero de 1999, dejó a Chávez fuera de juego. O de fuego. (leer más)

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Política

Sufrir con lo nuestro

La súbita caída de Chávez demuestra la fragilidad de la democracia en la región, librada a su suerte por Bush Contra dos amenazas contagiosas han procurado vacunarse los Estados Unidos desde la recuperación de la democracia en América latina: la derecha, cuando es diestra, y la izquierda, cuando es siniestra. No contaban con la astucia de Hugo Chávez, empero: un militar de penacho rebelde (ergo, diestro) que iba a terminar enarbolando afanes setentistas (ergo, siniestros). Vil populismo, de derecha o de izquierda, en una banana republic. No en Venezuela, el cuarto exportador de petróleo del mundo, más allá de sus abismos sociales. Entre derecha o izquierda, diestra o siniestra, no discriminó George Tenet, director de la CIA, mientras exponía ante la Comisión de Inteligencia del Senado, el 6 de febrero, la creciente, y alarmante, volatilidad de la región. Sobre todo, en la Argentina, en Colombia y en Venezuela. ¡Bingo! Acertó en los tres casos, trazando, de ese modo, el eje del mal latinoamericano. Del mal ejemplo, agrego. Librado a su suerte por el gobierno de (leer más)

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El remedio es peor que la enfermedad

Sharon ha emprendido el camino más duro, cerrando toda posibilidad de arreglo en una guerra no convencional En contra del pragmatismo y de la terrible tendencia hacia la consecución de fines útiles, el primo mayor de Cortázar solía sacarse un pelo de la cabeza, hacerle un nudo en el medio y dejarlo caer suavemente por el agujero del lavabo. Si se enganchaba en la rejilla, bueno, paciencia, debía abrir un poco la canilla para que se perdiera de vista. Sin malgastar un instante, entonces, emprendía la ímproba tarea de recuperarlo. Es, más o menos, el reflejo de Medio Oriente: el pelo anudado, cual prenda de paz, se ha escurrido por el agujero del lavabo. O de la incertidumbre. Y está enganchado en la rejilla. A poco de perderse en la negrura de las profundidades por la dureza extrema de Ariel Sharon y por el comportamiento engañoso de Yasser Arafat, o viceversa, ante la mediación frustrada de George W. Bush. No deseada desde el comienzo de su gestión. Como si se tratara de una cuenta pendiente (leer más)