Santuarios de fusiles




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JERUSALEN.– El piloto pide disculpas. No por un error de él, sino por otro que presume más humano: la guerra. Dice que debe alejarse de Kosovo. Va de Frankfurt, Alemania, a Tel Aviv, Israel. De un fuego al otro. De un aeropuerto comercial con sorpresivo aspecto militar, debido a los frecuentes aterrizajes y despegues de los aviones de la OTAN, a otro que, aunque también comercial, tiene permanente custodia militar.

El vuelo es el encuentro de dos mundos, enfrentados ayer por la peor masacre que sufrieron las últimas generaciones, el Holocausto, mientras, curiosamente, esquiva, por la ventanilla derecha, las esquirlas y las miserias de otra cacería étnica, de otra calamidad.

En el aeropuerto de Frankfurt, muestra gratis de razas, lenguas y religiones, la compañía Lufthansa acusa la pérdida de cinco millones de dólares diarios por el bloqueo de una de sus tres pistas para uso exclusivo de los aviones de la OTAN. Es el correlato, en Alemania, de haber entrado en un conflicto de esta magnitud por primera vez desde el fin de la Segunda Guerra.

En Tel Aviv, tierra de extremos, los controles son rigurosos, aunque no tanto como en la frontera con Palestina, el Estado cuya declaración prefiere demorar Yasser Arafat, de modo de no cargar con el costo político de las elecciones en Israel, previstas para el 17 de mayo.

En Belgrado, Yugoslavia, partida al medio, la nación serbia todavía no saca cuentas del precio que deberá pagar por la reconstrucción de todo aquello que va quedando reducido a escombros. Ni de las víctimas que, al igual que los refugiados, ocultan sus historias y sus deudos detrás de las estadísticas de aciertos y errores de la guerra.

Así como Jerusalén es tierra santa para casi todo el mundo, en especial para los israelíes y los árabes, Kosovo es tierra santa para los serbios. De ahí, la obstinación, y de ahí, también, que no haya santo sin pecado ni, últimamente, santuario sin fusiles.

Fusiles en Frankfurt, por las dudas, y fusiles en el límite entre Israel y la Franja de Gaza, por las deudas, con contrastres sociales y urbanos tan marcados como en el paso de San Diego, Estados Unidos, a Tijuana, México, del Primer Mundo al Tercero.

Fusiles con los cuales, mientras no sea Estado, Palestina no obtendrá préstamos de organismos internacionales, ni frecuencias satelitales, ni mediaciones en su favor en disputas comerciales.

Pero los palestinos, avalados por la Unión Europea y por los Estados Unidos, no quieren influir en los comicios de Israel. La reelección de Netanyahu, conservador, causaría un cataclismo entre ellos. Su derrota también, ya que el sello de laborista del candidato Ehud Barak no garantiza la reencarnación de Yitzhak Rabin, el primer ministro israelí asesinado por un extremista de su país en noviembre de 1995. Y no faltan quienes  quieren que todo siga como está, de modo de continuar con la pelea.

Arafat extraña a Rabin, su contracara en el proceso de paz. La relación con Netanyahu no deja de ser tirante, sobre todo en el afán palestino de establecer la nueva capital del Estado en el éste de Jerusalén, anexada por Israel en la guerra de 1967. Es inviable del lado judío, como el reclamo de la Argentina a Gran Bretaña por la soberanía de las Malvinas.

La decisión de Arafat sobre el nuevo Estado genera dos preguntas: qué, entre los israelíes, y cuándo, entre los palestinos.

Es una pieza más, acaso vital, en el rompecabezas árabe: mientras el hombre fuerte de Irak, Saddam Hussein, insiste en desafiar a las Naciones Unidas con su arsenal oculto de armas químicas y biológicas, a costo de ser blanco, como Kosovo, de misiles made in USA, Irán procura ganarse la confianza de Washington después del partido de fútbol que los dos seleccionados disputaron con goles y flores en el Mundial que se jugó en Francia.

Entre israelíes y palestinos, el proceso de paz arroja un saldo sombrío de torturas, arrestos políticos y ajusticiamientos ilegales en nombre de la seguridad nacional tanto de un lado como del otro, según Amnistía Internacional.

Y choca, como ají picante en un postre, con el reclamo de Israel de que Hezbollah (Partido de Dios), vinculado con la voladura de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), se retire del sur del Líbano, y con la búsqueda, hasta ahora fortuita, de Osama ben Laden, signado como autor intelectual de los atentados contra las embajadas norteamericanas en Kenya y en Tanzania.

El avión, mientras tanto, puede evitar los Balcanes, pero las turbulencias impiden que vaya con piloto automático. El mundo no pasa sólo por la ventanilla derecha. Donde hubo fusiles, balas quedan. Y, como entonan temerariamente algunos, pueden ser más efectivas que la rama de olivo, prenda de paz. ¿De paz?



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